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XXVI FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2011
Del 5 al 13 de noviembre se celebró en Mar del Plata una nueva edición de su Festival Internacional de Cine. Como ya he escrito otra vez, sólo es posible cubrir un festival si se celebra fuera de tu ciudad, por razones de tiempo: así que lo que sigue no es una crónica fiel del casi inabarcable evento marplatense, sino algunos comentarios, ya que no críticas, acerca de algunas películas que pude ver. (Un buen diario del festival podría ser éste; en cuanto a mayores detalles acerca de las obras que se mencionan aquí, pueden utilizar los correspondientes vínculos). Luz, cámara, acción...
Uno de los aciertos de este festival fue dedicarle una retrospectiva a un gran director español, Luis García Berlanga. Fue así que pude ver la divertida "Bienvenido Mr. Marshall" (1953), la extraordinaria "Plácido" (1963), "La escopeta nacional" (1978) y "La vaquilla" (1985). (De las reconocidas obras maestras de Berlanga, sólo me perdí "El verdugo", de 1963).
"La vaquilla" es una pintura de la guerra civil española de 1936-39, a través de los intentos de un grupo de famélicos soldados republicanos de robarse y faenar una vaquilla que los nacionalistas piensan torear en una fiesta y comilona proselitista, destinada a elevar la moral de sus tropas. Las víctimas preferidas del sarcasmo de Berlanga son, en esta ocasión, la falta de disciplina y moral de combate de los republicanos, la avaricia e insensibilidad de la nobleza y (cuándo no) la cerril estupidez del clero católico. Algunos de los mejores momentos cómicos, sin embargo, corren por cuenta de algo tan elemental como la desesperación de los soldados por la obligada abstinencia sexual. El final es amargo, y destila ese desencanto por toda ideología tan propio de los '80, y que hoy resulta un tanto fuera de moda, al menos en una América del Sur como la de los últimos diez años.
"Bienvenido..." es la mordaz presentación de la preparación de un villorio español para la supuesta visita de comisionados norteamericanos del Plan Marshall de Reconstrucción de Europa. El candor de sus habitantes queda reflejado en la redacción, por cuenta del alcalde del pueblo, de una lista de pedidos a los nuevos benefactores que se parece demasiado a un pedido de un chico a los Reyes Magos. La mirada de Berlanga es piadosa con la mayoría de sus criaturas: sólo carga las tintas con el autoparódico cura, con el querible aunque payasesco alcalde y con un viejo, empobrecido y orgulloso descendiente de los conquistadores de América. El pueblito funciona así como metáfora de una España atrasada y pueblerina, la España resultante de la victoria de Francisco Franco en la guerra civil.
"Plácido" me parece una obra maestra, una especie de colaboración entre Billy Wilder y Luis Buñuel. (A la derecha, un comentario del filme, ya que YouTube me borró la película completa, que estaba online en 2011). La anécdota de la película tiene una base real: la exhortación de una sociedad de beneficiencia de una pequeña ciudad española a "sentar a un pobre en su mesa esta Navidad". Cualquiera se imagina (y se imagina bien) que semejante remedo de la caridad cristiana es una gran ocasión para exponer la hipocresía y la mala conciencia de las clases altas y medias; pero la genialidad de Berlanga está en hacerlo de un modo sumamente entretenido y gracioso, con un ritmo endiablado, y sin idealizar a las clases desfavorecidas, que reciben también algunos mandobles. La composición de algunas escenas es genial, muy moderna, contrastando o complementando lo que hacen los personajes del primer plano con los del fondo. Los últimos 30/40 minutos son tan graciosos como amargos: el sarcasmo español a sus anchas. Película calurosamente recomendada. No sólo por mí, sino también por nada menos que Álex de la Iglesia o Santiago Segura.
"La escopeta nacional" refleja la mediocridad, corrupción e hipocresía imperantes en el tardofranquismo (está ambientada hacia 1972). El filme cuenta la historia de una partida de caza celebrada por un esperpéntico marqués que colecciona en frascos el vello público de sus incontables amantes, y que cobra bajo cuerda por invitar a los asistentes pero se indigna si le mencionan el dinero. La corte de los milagros del filme es completada por burgueses en ascenso que se ven obligados a sobornar a altos funcionarios de suerte cambiante, antiguos dictadores americanos (Zelmar Gueñol), viejas actrices en decadencia, curas oscurantistas y hasta un hijo onanista del marqués, que secuestra a la pulposa amante de un ministro asistente a la cacería. La película, hija del fin de la censura sobreviniente a la llegada de la democracia a España, no es tan graciosa ni tan original como las de la época de la dictadura, algo que también (aunque en menor grado) le sucede a "La vaquilla": un paradójico aval a la idea de la censura como aliciente para la creatividad. (1)
Entre el domingo 6 y el lunes 7, la Universidad local organizó una maratón de 24 horas de cine argentino, como adhesión al Festival. Para ser un ciclo de entrada gratuita, no tuvo una gran repercusión. Uno hubiera esperado que la Sala Melany del Centro de Arte MDQ hubiera estado llena, pero no fue el caso: había mucho público, pero no lleno total. Al menos en la noche del domingo, cuando yo vi en sucesión "Los muchachos de antes no usaban arsénico", una divertida comedia negra de José Martínez Suárez, y "Aballay" de Fernado Spiner, el filme argentino presentado a los Premios Oscar de este año.
"Los muchachos..." también fue presentada a los Oscar del año de su estreno, 1976, y según su director y a la vez presidente del Festival (que se hizo presente en la sala antes y después de la exhibición) quedó fuera de las nominaciones por poco. Martínez Suárez, con su habitual calidez y sentido del humor, contó unas cuantas anécdotas interesantes de la producción y filmación de la película, que tal vez vuelque en esta página en otro momento.
Destaco de "Los muchachos..." el tono general de humor negro (bien que bastante misógino), las actuaciones de Narciso Ibáñez Menta y Mario Soffici, y la concepción visual de la escena en que los personajes de Ibáñez Menta y Soffici son confrontados por el de Bárbara Mujica, en una especie de ronda en torno a la cámara, entre unas macabras estatuas de jardín. También es bueno el uso que se hace del leitmotif musical de Tito Ribero, y oscuramente hilarante el momento del filme en que los tres "muchachos de antes" se enfrentan a la posibilidad de que el personaje de Mecha Ortiz ordene abrir cierta tumba que... Mejor no digo más nada.
Por su parte, "Aballay" no me gustó. Visualmente la película es muy atractiva, en buena medida gracias a los impresionantes paisajes de Tucumán, y hay un agradable aire a spaghetti western en los motivos musicales (una particular mezcla de Ennio Morricone y Jaime Torres) y en varias situaciones (en especial en los dos duelos del final). Pero Spiner falla en transmitirle al espectador la carga dramática del momento decisivo del filme, aquel en el que el gaucho ladrón Aballay (un brillante Pablo Cedrón) percibe la enormidad de sus crímenes en los ojos del niño al que acaba de dejar huérfano. Ese momento es el más débil de la película, y resiente notablemente el impacto emocional de la obra.
Por razones de tiempo, me quedé con las ganas de rever la saga de los "Gremlins" de un visitante del Festival como Joe Dante, pero pude ver otra linda obra suya, "Matinee". (Su afiche es la imagen de la derecha). La película es una lograda conjunción de una historia de amores adolescentes en los días de la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962 con otra relativa a un sagaz y estrafalario productor de cine de terror, que personifica un John Goodman brillante como siempre. Las secuencias de la película que el personaje de Goodman pretende estrenar ("Mant!, algo así como "¡Hombriga!" u "¡Hormombre!") son puro disfrute. El disparatado argumento de "Mant!", en contrapunto con la paranoia apocalíptica que se vivía por aquellos tiempos de Guerra Fría, funciona como algo así como un alegato antinuclear por vía del absurdo.
Finalmente, quisiera destacar lo buena que es "Life without principle", del director hongkongués Johnnie To. (Realizador de quien, en pasadas ediciones del festival, disfruté "Breaking news", "Exiled" y "Election 2"). El filme es una historia coral que sucede el día del recrudecimiento de la crisis financiera mundial por la virtual insolvencia de Grecia, con la suerte de varias personas pendiendo del número que saliera en la ruleta bursátil de ese día: una oficial de cuentas de un banco que está en riesgo de ser despedida, un usurero, un simpático y hábil hermano de una organización mafiosa, el administrador de una cueva bursátil con estrechas relaciones con el hampa, una anciana ahorrista, un detective de la policía y su esposa desesperada por cerrar la compra de un departamento, una pareja de asaltantes, un anciano víctima de las idas y venidas de la economía de Hong Kong... Sus destinos se cruzarán, y habrá ganadores y perdedores. La película es muy entretenida, en especial después de una primera media hora básicamente expositiva, y es una muestra de cómo se puede postular un mensaje altamente político en un lenguaje a la vez popular y artísticamente sofisticado. (Como tal, debería ser de exhibición obligatoria en escuelas de cine de Argentina...). La escena en que la oficial de cuentas abruma a la anciana ahorrista con explicaciones acerca de cuáles son las ventajas y desventajas de invertir en fondos de alto riesgo, el hecho de que la razón del éxito o el fracaso de cada personaje sea el azar, dicen bastante acerca de la opinión de To acerca de los mercados financieros, opinión que por cierto comparto.
Agregado del 13/11/11: vínculos a mis comentarios a los festivales de 2003, 2005, 2006 y 2007. Los años faltantes... fueron años duros, señora, señor.
Agregado del 13/11/11 (1): como argentino, siempre sentí al cine italiano como especialmente cercano, y lo mismo cabe decir con respecto del español. Creo notar algunos matices berlanguianos en el humor de Antonio Gasalla, por ejemplo. Empero, no deseo presentar como exclusiva la idea de la doble herencia ítaloespañola: esa joya rioplatense que es "Esperando la carroza", tan argentina como muy italiana y muy española, fue escrita por Jacobo Langsner, uruguayo (otra cultura en extremo cercana a la argentina) pero de ascendencia judía y nacido en Rumania...
En un mensaje de correo electrónico, el amigo de la casa Matías Marini me hizo notar que el cine italiano parece reflejar mejor a nuestras clases populares, y el español, a nuestra clase media.
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