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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

AQUELARRE, ILUMINANDO LA TIERRA

Aquelarre fue, como Pescado Rabioso, como Color Humano, una de las bandas sucesoras de Almendra, no sólo por la circunstancia biográfica de que dos de sus integrantes provenían del grupo que postuló al mundo canciones como "Muchacha (Ojos de papel) ", "Fermín" o Laura va", sino por su apuesta a una renovación musical y poética que ayudara a hacer más amable la vida de "estos hombres tristes" de una Buenos Aires cada día más oscura. Con ustedes, una historia del grupo.

 

En noviembre de 1971, debutó en el II Festival Buenos Aires Rock un trío que todavía no tenía nombre, y que integraban el bajista Emilio Del Guercio, el baterista Rodolfo García y el guitarrista Héctor Starc. Del Guercio había perdido la mayor parte del año posterior a la disolución de Almendra en el servicio militar obligatorio. El otro ex Almendra del trío, García, se había unido a un tercer ex Almendra, Edelmiro Molinari, en el efímero grupo Viento, y a la banda que acompañó a Litto Nebbia para grabar "Nebbia 's Band". Y Starc, a quien apodaban "Bola de ruido" por su desaforada manera de tocar blues y rock, venía de armar un fugaz trío con Rinaldo Rafanelli y Black Amaya y de proyectos con tan poco espíritu rockero como trabajar en OCA o servir de músico acompañante de Alta Tensión. El nuevo trío hizo algunos shows con invitados, secretamente probando cuartos integrantes, hasta que apareció un cantante y tecladista admirador de Ray Charles, Hugo González Neira, que sintonizó de inmediato con los otros músicos de la banda, y no hizo falta probar más. Todavía pensaban en incorporar una sección de vientos y tal vez un violinista, pero nunca pudieron encontrar a alguien disponible. Para cuando el grupo estuvo en condiciones de grabar, ya estaba consolidado como cuarteto, y prefirieron seguir así.
El nombre se le ocurrió a Rodolfo. En euskera, "aker" es macho cabrío y "larre", tierra, campo o prado: una referencia a viejos ritos medievales relacionados con la brujería. Dice Rodolfo que "lo elegimos porque nos interesaba la idea de un ritual donde se genera cierta energía, cierta catarsis colectiva". Y el nombre era adecuado, porque Aquelarre tenía un sonido muy poderoso en vivo, que despertó algunas comparaciones con nada menos que Blind Faith. Poderoso... y muy complejo sin necesidad de usar acordes muy tensionados, con arreglos laberínticos y rítmicas irregulares, sólo posibles tras largos ensayos. En un ambiente y una época en que se exaltaba la espontaneidad confundiéndola con el mero desorden, Aquelarre sobresalía por una atípica excelencia en la ejecución. En ese marco tan impecable, la guitarra de Starc aportaba el matiz de autenticidad rockera imprescindible.
(Derecha: parados de izquierda a derecha, Hugo González Neira y Emilio Del Guercio; sentados, en el mismo sentido, Rodolfo García y Héctor Starc).
El debut con el nombre Aquelarre fue el 17 de marzo de 1972 en la Sala Lorange de Buenos Aires. Recuerda Starc que las puestas en escena eran bastante sofisticadas para el rock del Río de la Plata: "para ese show proyectamos slides y películas de [Norman] McLaren que tenían que ver con cada tema, a tal nivel que después había gente que conocía los temas por lo que aparecía en la pantalla, por ejemplo 'Cantemos tu nombre' era el tema de los caballos". La falta de definición de los nombres de las canciones ocasionaba algunos problemas graciosos: "yo conocía tal tema por lo que hacía en la guitarra y como estábamos grabando el primer disco, justo antes del show trajeron los nombres legales de SADAIC y Rodolfo hizo la lista con los nombres legales. Como nadie los conocía, cuando Rodolfo marcaba cuatro cada uno salía con un tema diferente, por supuesto lo arreglábamos al instante. Ese fue el debut".
Aquelarre firmó enseguida un contrato para editar sus álbumes por Trova, un pequeño sello dirigido por Alfredo Radoszynski que tenía un catálogo exquisito: Vinicius de Moraes, Susana Rinaldi, Ástor Piazzolla, Les Luthiers, Enrique Villegas, Litto Nebbia, Pedro y Pablo. Fue grabado y mezclado en no más de 90 horas, con una vieja máquina de cuatro canales y... sin afinador electrónico, lo que fue responsable de una ligera desafinación en la tercera cuerda de la guitarra de Starc, quien se acusa por ello de ser "sordo".
Musicalmente, aparte de la mencionada similitud con Blind Faith, también cabían las comparaciones con la sagrada trinidad del rock sinfónico, Yes, Genesis, Emerson Lake & Palmer. Hoy, Starc se ríe un poco de eso: "como decía Steve Howe en esa época, nosotros agarrábamos una linda canción y la hacíamos pedazos poniéndole arreglos y vueltas para que se haga más difícil". Así como las tapas son siempre de Del Guercio, los temas son firmados por la banda en su conjunto, para reconocer el trabajo conjunto en los arreglos... y para evitar discusiones por los derechos de autor.
Más allá de esto, el principal responsable de las herméticas letras era Emilio. Dada su reconocida militancia en el peronismo y dada la marcada politización de la época, es natural leer las mismas en clave política, por más que el propio Emilio afirme que “la poesía es real a partir de sí misma, no a partir de su traducción”. En un reportaje concedido a la revista Gente (sic) en 1972, el bajista va un poco más allá de la mirada más vulgar acerca de esta politización: “mirá, se habla de revolución y ya todo el mundo cree que estamos haciendo política. Nuestra revolución abarca todos los campos de la actividad humana. Por eso conviene desconceptualizar la palabra, darle un sentido más cabal. 'Revolución', para nosotros, quiere decir darle al hombre conciencia de lo que es y de lo que puede ser. ¿Qué hacemos para ello? Con nuestra música tratamos de romper las estructuras que ahogan al hombre. El rock es, entonces, un mecanismo de revolución. Pero de revolución mental. Mirá, el mundo no aguanta más, la gente vive cada vez más presionada. Y no sólo las clases bajas: hay un nivel de presión que alcanza a la clase media”. (Las cursivas son mías). Políticas o no, las constantes del universo poético de la banda remiten a la Naturaleza, a menudo considerada como refugio: árboles, aves, sol, y una palabra tan spinettiana como luz.
"Aquelarre", el que más me gusta de los discos de la banda, comienza muy arriba con "Canto (desde el fondo de las ruinas)", que contrasta un áspero riff de guitarra con partes que se alternan en piano, clavinet y órgano, más la voz de Emilio. Siguen el melodioso midtempo "Yo seré el animal, vos serás mi dueño", con una letra muy sugestiva, y uno de los temas de la banda que más me gustan, el tremendo blues "Aventura en el árbol". El clavicordio de González Neira, que además canta el tema, remite a The Doors; los acordes iniciales, a la entonces todavía no editada "Breathe" de Pink Floyd. Siguen el midtempo rockero "Jugador, campos para luchar", la muy bella melodía folk "Cantemos tu nombre" interpretada por González Neira y con grandes arreglos de voces, y cierra otro tema de sonido rockero y que hace honor a su nombre, "Movimiento".
Aquelarre había grabado temas como para completar otra placa más. A comienzos de 1973 salió un simple con la que es la canción más popular de la banda y una de las más lindas, "Violencia en el parque", más la melodiosa balada "Ceremonias para disolver", cantada por Neira. La letra de "Violencia..." es de lo más directo que haya escrito Emilio, y reflejan muy bien el espíritu de ese esperanzado y caótico año: "violencia en el parque de la ciudad / terror en las rutas hay / y así convierten tus manos en fuego / mañana", para rematar con un estribillo como "quién te puede, quién te puede parar / cuando el ave sopla, luz de libertad". (¡No es de extrañarse que la canción haya sido prohibida por la dictadura instalada en 1976!). A los muy pocos meses se publicó "Candiles", el segundo disco. El estilo es similar a "Aquelarre", aunque con más capas de teclados. La imagen de tapa que eligió Emilio es una parte del cuadro de Goya precisamente llamado "El aquelarre".
Abre el disco el rock "Cruzando la calle", de un lírica bastante cargada (“América vibra, mi mente quiere libertad / la muerte te ronda / la muerte nos puede ganar / Cruzando la calle, cruzando la puerta de tu hogar, / tu hermano se muere, mi hermano no podrá esperar“). Sigue "Soplo nuestro", una canción de amor, que culmina en un solo de guitarra incandescente. La dinámica "Hermana vereda" se detiene al promediar, para dar paso a una sección ruidista un tanto ociosa como toda sección ruidista, que divide al tema en dos. Luego siguen "Cuentos tristes", con una parte de flauta a cargo de Emilio, y el muy rockero "Miren a este imbécil". El final del álbum lo ocupan "Patos trastornados", un poderoso instrumental bien prog rock con varias secciones, que despega cuando toma el comando Starc, e "Iluminen la tierra", notable balada de piano con aire blusero que canta González Neira.
Paralelamente a este buen momento artístico, Aquelarre dejó Trova y firmó con Microfón, el sello del múltiple Jorge Álvarez que, hacia, 1974, abarcaba casi todo el rock argentino. Recuerda Starc que les costó el cambio porque estaban muy agradecidos a Radoszynski, "pero aunque suene mal el sello nos quedó chico. Yo le agradezco a Radoszynski que nos permitió grabar y le dolió mucho cuando nos fuimos de la compañía pero había lugares donde no teníamos distribución. No tanto yo pero Rodolfo y Emilio, que ya sabían cómo era el negocio, querían un poco más (...)".
En el cada vez más hostil clima de 1974 se editó el tercer disco de Aquelarre, que llevó el adecuado título de "Brumas”. La tapa del disco es una foto de la banda, retocada con un simple marcador por Emilio, logrando una imagen que parece salida de un sueño, y que generó la clásica pelea de las bandas argentinas de la época con la grabadora, que pretendía remplazarla por una imagen anodina y convencional.
Para "Brumas", la banda pudo grabar demos por primera vez, merced a un grabador Sony a cinta, de dos canales, y también por primera vez contó para la grabación definitiva con una máquina de ocho canales, la de los estudios Phonalex. Recuerda Starc: "igual era tan rudimentaria la grabación... Por ejemplo grabábamos las bases y la voz en seis canales porque los otros dos los dejábamos para la mezcla, pero como Emilio doblaba siempre la voz en la misma nota sin armonizar, la segunda voz la grabamos aparte en un Revox, que no tenía sincro. Ahora con un chorus lo hacés sin grabar de nuevo, pero en esa época no había. Cuando se pasaba al master en la mezcla, Norberto Orliac que era un capo, tenía que sincronizar y mezclar todo más alguna viola que yo metía en vivo. Así conseguíamos tener catorce canales". (Agrego que el legendario Orliac fue el ingeniero de grabación de placas como "Artaud" de Pescado Rabioso ... y muchas más).
“Brumas” revela un mayor contacto con el jazz-rock en su vertiente latina. La guitarra además suena más limpia, con menos efectos, la interacción entre los músicos alcanza un nivel más elevado fruto de los años de tocar juntos, y entonces el cambio de sonido es muy claro. Los temas: el muy atractivo "Parte del día", de Starc; la canción acústica con puente latino "Silencio marginal", de lo más parecido a un hit de la banda, y que permite escuchar la gran voz de Rodolfo García, casi siempre relegada por su rol de baterista; "Aniñada", de compleja y cambiante estructura, compuesta y cantada por Starc; "Brumas en la bruma", un tema de exquisita melodía, casi spinettiano por la voz de Emilio, con arreglos de cuerdas del mismo Rodolfo Alchourrón de "Laura va"; "Milagro de pueblo", el más desatadamente rockero; la bella "Aves rapaces", dedicado a las primeras víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet (“gente del valle que se va / buscando el fruto que les da la paz / Cercana la cordillera / la fiebre se despereza./ Las aves rapaces nacerán / de la noche”). Cierra la obra el muy jazzero "Mirando adentro", casi un tema de Invisible antes de Invisible, que cuenta con letra de Emilio y música de Starc.
La cuarta placa, “Siesta”, de 1975, profundiza la línea de la obra anterior, aunque su grabación encontró al grupo con menos cohesión interna y menos ínfulas rockeras: a mí, que prefiero la primera etapa de la banda, en sus momentos más bajos me recuerda a las partes "serias" de las "canciones" de ... Luis Almirante Brown. Los temas: el clásico "Pájaro de la locura"; la melodiosa balada "Árboles caídos para siempre"; "Canto cetrino", otro tema de Starc con una muy buena letra; el instrumental "Siesta cambiada"; el midtempo jazz-rock "Cacería en el bosque"; la balada "Savia de los aromos", con lindos arreglos de voces, y la dinámica "El hombre cercano". La edición en CD bonifica al comprador con la balada "Mujer en edad" ("en el miedo de la gente ves tu miedo"). La ilustración de tapa era la fotografía de un campo bordeado con un dibujo de un pájaro, tambien realizado con marcador por Emilio.
Por esos meses, la banda pensó en disolverse, al creer que había llegado a un techo artístico y comercial, más el lógico desgaste humano de años de convivencia: había editado cuatro discos (algo que para el rock argentino de entonces era muy poco común) y había llenado todas las salas en las que se había presentado. La situación política, económica y cultural del país empeoraba mes a mes, y entonces vino el Rodrigazo, el draconiano programa de ajuste lanzado por el ministro Celestino Rodrigo y su asesor Ricardo Zinn el 4 de junio de 1975. Las medidas económicas pulverizaron los ahorros de la banda, que inmediatamente decidió partir a España, que vivía los meses finales de la dictadura de Francisco Franco y comenzaba un suave proceso de apertura. Aquelarre tocó por última vez en el Teatro Coliseo, y de allí se llevaron los equipos al puerto, que fueron embarcados y partieron hacia España el día del Adiós Sui Generis, el 5 de septiembre de 1975, con González Neira y con D'Artagnan, el agente del grupo. El resto de la banda partió en avión al día siguiente.
Aquelarre no la pasó bien en Cataluña: cantaban en castellano en momentos en que, tras casi cuarenta años de prohibición, el catalán volvía a hacerse oír en las calles. En Madrid les fue mejor, en parte gracias a la ayuda del Mariscal Romero, que los invitó a la radio y les permitió difundir su música. Tocaron en festivales, fueron teloneros de bandas de rock progresivo como Soft Machine y Premiata Forneria Marconi, grabaron un especial de una hora para la Televisión Española que les insumió... 26 horas de grabación, y editaron en un compilado de bandas españolas un tema que contaba con música de Héctor y letra de Emilio, "Mágico y natural", que luego formaría parte del repertorio de Tantor, la banda que lideraron Starc y Rodolfo García entre 1979 y 1983. Parte de la prensa los subestimó por no ser suficientemente rockeros: los acusaban de "demasiado porteños"... tras años de haber sido denigrados en Argentina por "extranjerizantes".
En 1977, Microfón editó en Argentina una recopilación, "Lo mejor de Aquelarre", que permitió tener en LP a los dos temas sólo editados en simple. Ese fue el año en que los integrantes de Aquelarre sintieron que la banda no daba para más, y decidieron volver a Buenos Aires para dar un último recital. González Neira prefirió quedarse en España, ya que su mujer estaba por dar a luz, así que el trío sobreviviente tuvo que convocar a un tecladista y eligieron a Carlos Cutaia, el ex Pescado Rabioso y La Máquina de Hacer Pájaros, y dice Starc que la gente no se dio cuenta "porque los dos son pelados y muy parecidos". Aquelarre se despidió de Buenos Aires tocando en el Luna Park el 15 de diciembre de 1977; su última actuación fue la del 16 de marzo de 1978 en el Teatro Nueva Estela de Montevideo.
En diciembre de 1998 Aquelarre brindó un show en el Teatro Presidente Alvear, durante el cual se grabó el material que integró un excelente disco en vivo, "Corazones del lado del fuego". Hubo otros reencuentros fugaces, en recitales individuales de alguno de los integrantes. En 2008 editaron un boxset que incluyó todos los discos, más un CD con material inédito llamado "Otras pistas" y un libro con material periodístico. Entre las rarezas de "Otras pistas" está un inédito de la época española, "Juanito el andorrano", y un muy buen cover, en una onda Deep Purple, del tema de Pescado Rabioso "Algo flota en la laguna".
Mientras escribía este artículo, me enteré de que Héctor Starc publica este año su demoradísimo primer disco solista.
 
LECTURAS
* "¡Qué se va a morir el rock nacional!". Reportaje de Emilio Giménez Zapiola a la banda. Revista Gente, 7 de setiembre de 1972, en sitio Mágicas Ruinas.
* "La respuesta de Aquelarre". Revista Pelo, 1973, en sitio Mágicas Ruinas.
* "Soy partidario de las zapadas". Reportaje de Gabriel Martín Cócaro a Rodolfo García. Revista NS/NC, noviembre de 2000, en sitio La Historia del Rock Argentino.
* "Los brujos". Diego Fischerman. Suplemento Radar de Página/12, 19 de octubre de 2008.
* Especial Aquelarre. Dos Potencias.
* "Aquelarre". Fernando Garriga. Jardín de Gente.
* Historia de la banda en el sitio Rock.com.ar