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* * * * * Tres o cuatro mamarrachos con los que yo estoy mejor * * * * *

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PREPARÁNDOSE PARA BRASIL 2014

Probablemente la selección argentina de fútbol clasifique al torneo mundial de Sudáfrica 2010, menos porque tenga chances de evitar la derrota ante su similar de Uruguay que porque Ecuador no pueda superar al Chile de Marcelo Bielsa en Santiago (hermosa revancha para un muy buen entrenador y mejor persona, quien así tal vez salde la deuda que tiene con el público argentino desde el papelón del Mundial 2002).

Probablemente vaya a Sudáfrica con un cuerpo técnico renovado, sea porque Diego Maradona encontró la excusa justa para irse y ahorrarse una catástrofe en junio de 2010, o porque el Diez admitió sus limitaciones y aceptó la incorporación a su equipo de algún "ayudante" con superior capacidad táctica (sistema que creímos que era el que iba a utilizarse cuando asumió: pensábamos en Batista, Brown y algún otro héroe de México para la labor de planeamiento y entrenamiento táctico, y en Maradona para el aspecto motivacional y para explicarle a Tévez cómo hay que pegarle a la pelota para marcar el gol que se perdió en el partido anterior, o para indicarle a Agüero cómo se contrarrestra el anticipo de un marcador. ¿Quién mejor que Maradona para esos tips, muchachos?). Allá en la tierra de Mandela tal vez nos espere otra actuación floja (Dios quiera que no) que haga que tengamos una visión un poco más ajustada de los procesos anteriores: después de todo, entre Passarella y Pekerman, a mitad de los '90, armaron un plantel que duró tres mundiales y que llegó, en 1998 y 2006, al mismísimo borde de la clasificación a semifinales. (¿Cuántos firmarían ya llegar a cuartos de final en Sudáfrica?). Tal vez se dé todo esto, tal vez no, pero creemos que ya habría que ir manejando algunas ideas para el Campeonato Mundial de 2014. El que, encima, se jugará de visitante: ¿o piensan que el público brasileño va a ser neutral cuando juegue Argentina?

Lo primero en que habría que pensar es en el contexto en el que deberá trabajar el equipo técnico: la mayoría de los mejores jugadores argentinos estarán en Europa; los pocos destacados que participen en los torneos locales serán o bien demasiado veteranos (Riquelme, Palermo, Verón) o estarán a tres meses de irse a un ignoto club rumano, belga o de la segunda división española. ¿Cómo se arma una selección en ese escenario? Respuesta: con mucha dificultad.

Pensamos que ese panorama obliga a desechar un tipo de técnico: aquel que apuesta a un sistema de juego diferente a los predominantes, que requiera tiempo de mecanización y entrenamiento obsesivo (lo sentimos, Bielsa, de verdad: lo sentimos más que vos; lo sentimos, Cholo Simeone). Pensamos que ese panorama exige un técnico pragmático, con rápida llegada al jugador y con muy buen ojo para seleccionarlos, porque en verdad su trabajo va a quedar limitado a eso. Pensamos en alguien que adopte una idea de juego que sea compatible con los futbolistas que tiene a disposición y que asigne a cada jugador una función muy similar a la que cumple en su club, para minimizar los problemas causados por la obligada falta de entrenamientos. O sea: si no hay enganches de calidad, que renuncie a jugar con enganche y no retrase delanteros o adelante volantes centrales; si convoca a Messi, que sea para jugar del Messi del Barcelona, no del Riquelme de Boca. Y que aproveche las escasas oportunidades de tener al plantel completo a su disposición para pulir detalles, hacer conocer a los jugadores entre sí, evaluar complementariedades.

En ese esquema, el entrenador ideal sería Carlos Bianchi, pero por problemas personales con el Don, Julio, eso es imposible. De los últimos campeones, tal vez Miguel Russo y Carlos Ischia hayan reprobado en Boca la materia de manejo de un plantel con demasiados egos: quedan Ramón Díaz (imagen), Ricardo Gareca y Alejandro Sabella, además de un posible "tapado" como Ángel Cappa. Los cuatro son bastante diferentes entre sí, pero se parecen en que ninguno es partidario de volver a inventar el fútbol. Todos son bastante lógicos en sus planteos y (salvo Cappa) relativamente jóvenes, lo que ayuda al contacto con jugadores (aparentemente) mucho más interesados en la Play Station o en la tarifa de las botineras de Esperanto que en aprender a patear con la pierna menos hábil o a defender en desventaja numérica.

¿Esto garantiza el éxito? De ninguna manera: además creemos que será necesario revisar la creencia de que Argentina tiene una gran cantidad de cracks en todos los puestos del equipo: de hecho, tal vez nuestro único jugador fuera de serie sea Messi; Agüero, Tévez e Higuaín están uno o dos escalones abajo, y en algunos puestos (marcadores laterales, marcadores centrales, volantes laterales, enganches) la escasez de jugadores destacados es alarmante. De todos modos, esa escasez no es un fenómeno argentino sino mundial (con la probable excepción de Brasil y España, aunque esto sea discutible). Si no tenemos mucho más que la mayoría, tampoco tenemos mucho menos: ¿por qué Paraguay o Chile podrían y nosotros no?

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