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EL REGRESO DE CARAS Y CARETAS
Una de las novedades editoriales de este 2005 que ya entra a salir es el retorno de un nombre que brilla muy alto en la historia de la prensa gráfica argentina. No, lamentablemente no es Humo®. No, seguro que no es el diario de frecuencia semanal Perfil (?). Es nada menos que Caras y Caretas. Con ustedes, el habitual análisis descarnado de CINE BRAILLE.
UN POCO DE HISTORIA
La Caras y Caretas original apareció en el remoto 1898, por iniciativa de un inmigrante español, Eustaquio Pellicer (1859-1937), radicado en nuestro país desde 1885. Era lo que hoy llamaríamos una revista de interés general, con un toque satírico: cubría todos los aspectos de la vida, desde el literario hasta el político, desde la actualidad internacional a la crónica costumbrista (en lo que descollara su primer director, Fray Mocho, seudónimo de José S. Álvarez). Dice Jorge Rufinelli: "Frente a sus ejemplos anteriores - el más claro, la revista Don Quijote - Caras y Caretas significó un merecido avance en muchos aspectos. No sólo ponía en manos de miles de ciudadanos una revista popular y variada (...) donde se reflejaban las preocupaciones nacionales de toda índole, así como los sucesos internacionales, sino que en varios aspectos más pequeños pero característicos, pudo tener el orgullo de la originalidad que exigía la época: comenzaron a pagarse las colaboraciones literarias y se levantó el nivel técnico con el empleo de cromos y fotograbados".
La primera época de la revista fue la más notable. En los años '30, su estrella comenzó a apagarse lentamente, hasta desaparecer en 1941. Tras dos breves intentos de volver en 1953 y 1982, este año la Fundación Octubre encaró el proyecto del retorno, y en setiembre ya estamos por el tercer número de la nueva era.
OPERATIVO RETORNO
Habrá que ver qué suerte le espera: si bien la realidad editorial argentina reclama a los gritos una revista de pensamiento crítico bien escrita, bien ilustrada y bien impresa, hace años que ningún intento llega a hacer pie (pensemos en los vaivenes de Barcelona y XXIII o las desapariciones de Poder y Txt). Por lo pronto, según el muy bien presentado número de setiembre, la edición previa agotó la importante tirada de ¡50 mil ejemplares!
La tapa de setiembre, con el título "En qué creen los argentinos", incluye una caricatura de San Cayetano, la Difunta Correa, Gilda y el Gauchito Gil, entre otros. El director es nada menos que el historiador Felipe Pigna, y entre los próceres integrantes del consejo asesor están María Seoane, Osvaldo Bayer, Roberto Fontanarrosa, Rosendo Fraga, José Nun, Felisa Miceli, Andrés Rivera, Jorge Schvarzer y Adriana Puiggrós.
El lector suspicaz notará, entre los asesores, a dos integrantes del actual gobierno: Pepe Nun, secretario de Cultura, y Felisa Miceli, presidenta del directorio del Banco de la Nación Argentina (el banco también es anunciante, circunstancia poco elegante, por cierto). También pautan el Ministerio de Educación y los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires y de las provincias de Salta y Tucumán, además de Repsol YPF, el Casino Puerto Madero y, para mi sorpresa, Radio 10 y Canal 9. No pretendo que esto pase de mero apunte: a juzgar por el único ejemplar que he leído, Caras y Caretas no es un medio oficialista. Sus 100 páginas parecen estar dirigidas a ese sector del progresismo porteño que no termina de creerle a Kirchner pero que tampoco desea archivar las expectativas que, en mucho campos, despertaron los dos años y medio de su gobierno, y uno sospecha sin demasiadas pruebas que los redactores de la revista comparten esa hesitación.
PULGAR PARA ABAJO
Más grave que la imputación de un oficialismo más que hipotético es la sensación de que la revista, en demasiadas páginas, se limita a glosar la realidad, sin aportar nuevos elementos de juicio ni abordajes alternativos a temas fatigados. A un mensuario es justo exigirle un nivel de elaboración y reflexión superior al de un diario (medio que a su vez, a los efectos de encontrar marcos de referencia para interpretar la realidad, sigue siendo preferible a la TV, los programas radiales de la mañana o los sitios de noticias de Internet, cuya principal y acaso única virtud es el funcionamiento en tiempo real). Me parece que ahí hay una falla en Caras y Caretas (si bien, repito, sólo leí un número): algunas de sus notas dan la sensación de no haber agotado las posibilidades de análisis que brinda la periodicidad mensual.
Cito como ejemplo el tema de tapa, desarrollado por Roxana Sandá en la nota "Creer o reventar"; su principal mérito es hacer acopio de las devociones populares que florecen tras la hecatombe de diciembre de 2001: la Iglesia Universal, los cultos New Age, San La Muerte, San Cayetano, la veneración de ídolos deportivos o musicales y hasta de pibes chorros masacrados por la policía. Lo mismo podría decirse del artículo de Telma Luzzani sobre los devaneos imperiales de Estados Unidos en Asia Central, Irak y América del Sur, más útil para el a menudo apurado lector de matutinos que para el interesado en profundizar en la geopolítica mundial.
PULGAR PARA ARRIBA
Los puntos altos de la edición del mes de la primavera tienen que ver, en general, con temas históricos. Destaco un muy interesante análisis del derrocamiento de Perón en 1955, esbozado en dos notas. La primera es del historiador Norberto Galasso ("Secretos del golpe que violó a la Argentina") y explica las condiciones que hicieron posible la Revolución Libertadora, que son básicamente una: el resquebrajamiento de la coalición de intereses que llevó a Perón al poder. La otra, debida a Mario Rapoport, demuestra por exclusión que las claves de la caída son puramente políticas: la economía argentina había superado la crisis de 1950-52 y se hallaba en un estado, si no floreciente, al menos envidiable, visto con los ojos de 2005. Un solo dato: la participación de los asalariados en el ingreso nacional era cercana al 50 %; hoy es inferior a la mitad de ese valor...
Margarita Gutman rescata, en "Dibujar el porvenir", la visión del Buenos Aires futuro que se tenía a principios del siglo pasado: las imágenes son puro goce, una especie de Metrópolis de Lang en 2x4 y un 2010 más parecido a 1913 que a 2005... También hay lugar para evocar tapas e imágenes de ediciones de la Caras y Caretas histórica, y un muy interesante "reportaje" de Pigna a Domingo Faustino Sarmiento, siguiendo una costumbre de esta nueva etapa que comenzara con una "nota" a Manuel Belgrano.
También merecen destacarse un reportaje a Leonardo Favio, el recuerdo del Capitán Piluso, una nota policial resuelta con su habitual solvencia por Ricardo Ragendorfer, artículos de Hugo Paredero y Ezequiel Fernández Moores, una nota de Luis Salinas sobre apodos y caricaturas de los presidentes argentinos, un pantallazo al mundo de los que realizan encuestas y una nota de Oscar Martínez sobre los gurúes de la City y su astrología financiera a la medida de quienes pagan sus honorarios, verbigracia, el capital concentrado.
Para ir saliendo, conclusiones: la lectura de un solo número proscribe el juicio terminante, hay material indudablemente interesante, participa mucha gente valiosa, y Caras y Caretas apuesta a hacer algo que hoy no existe. Probablemente compraré el próximo número, para ver hacia dónde apunta. El crédito sigue abierto.
EN SUMA
Caras y Caretas, Año 44, número 2190, setiembre 2005, $ 7,90 más un CD de regalo con tapas de la edición original entre 1900 y 1901. Dijo Cine Braille: "el crédito sigue abierto".
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