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ABEL ARÍSTIDES DELLASALA ¿EL ARBITRAJE QUE LE GUSTA A LA GENTE?

En una época en la que el fútbol mundial está caracterizado - con muy escasas excepciones - por la chatura general, pasan a ocupar el primer plano figuras o situaciones antes meramente adjetivas. Pensemos en el espectacular despliegue de recursos técnicos para transmitir fútbol por TV hoy en día (cámaras dentro de los arcos, o que se mueven siguiendo una jugada, o muestran una acción de juego desde diferentes ángulos, o información estadística sobre jugadores o equipos, a veces tan detallada como irrelevante). Todo ese derroche de esfuerzo subraya, más que compensa, el escaso vuelo del espectáculo deportivo en sí: cuando todavía había algo para mostrar, alcanzaba con una cámara elevada en medio de la cancha. Pensemos en los festejos de los goles de hace sólo unos diez años: hoy hay equipos que presentan verdaderas coreografías. El problema es que parecen saber más de llevar a cabo esas festivas nimiedades que de armar una jugada de gol. Pensemos en el tiempo que se dedica a ensayar jugadas de pelota parada con futbolistas que no saben meter un cambio de frente al pecho de un compañero. [Publicado en Televicio Webzine en agosto de 2003].

Y pensemos en los árbitros. Antes, sólo se destacaban cuando eran responsables de fallos escandalosos. Durante años la mayoría de los espectadores fueron a una cancha sin saber quién era el referí que iba a arbitrar. Luego, cuando cada vez pasaba menos alrededor de ellos, fueron quedando aún más en evidencia, hasta llegar a la situación de hoy, en la que los lunes se habla más de un fuera de juego mal cobrado o de un penal ignorado que de las virtudes o defectos de los delanteros.

Hace unos años le agregaron el toque fashion de permitirles lucir casacas de colores, en vez del negro tradicional. Algunos jueces tienen contratos con firmas de vestimenta deportiva, como antaño lo tuvieran los mejores cracks. Luego empezaron a aparecer seguido en TV. (¿Cuántos reportajes a árbitros se habrán hecho en toda la década del '70? Creo que se podría intentar contarlos). Antes decían "creo que dirigí bien", ahora dicen "creo que jugué bien". Noten eso: ahora los jueces juegan, a la par de los futbolistas.

Algunos alcanzaron una trascendencia especial. Guillermo Nimo (derecha) fue un gran árbitro, algo teatral tal vez, y después de ver finalizada su carrera luego de un pésimo (y sospechoso) arbitraje en una final, terminó reciclado como "crítico de fútbol" en la TV. Javier Castrilli fue otro caso: su independencia de criterio ante las complacientes indicaciones del Colegio de Árbitros le valió infinidad de problemas y críticas desde los medios afines al establishment de la pelota, y muchas veces fue visto como símbolo de justicia y respeto a la ley en una sociedad manchada por la sospecha generalizada. El italiano Pierluigi Collina es una figura reconocible para los espectadores de todo el mundo. Etcétera.

Un poco largo el prólogo, pero ya llegamos. Acaba de surgir en las divisiones del ascenso un árbitro que sin duda está llamado a causar sensación. Los tiempos estaban maduros para que apareciera alguien como él. Hablo del Abel Arístides Dellasala del título de esta nota.

Dellasala es platense de nacimiento pero vive en Caseros. Tiene 32 años, es mecánico dental, casado, sin hijos, y su hobby es mirar películas de aventuras de los años de oro de Hollywood (su héroe es el Errol Flynn de "Captain Blood"). Es un hombre de aspecto jovial y mucho sentido del humor, algo que tal vez no ha sido apreciado adecuadamente por aquellos que han padecido su imparcialidad.

Dellasala saltó a las primeras páginas de los medios deportivos cuando dirigió el encuentro de Primera D entre Midland y Puerto Nuevo Boliviano, hace poco más de dos meses. Desde el punto de vista de la exactitud de sus fallos, su labor fue impecable. Sancionó correctamente dos penales, hizo repetir uno por adelantamiento del arquero, y las amonestaciones que aplicó son irreprochables. Pero llamó la atención su espectacular estilo de arbitraje. A las pruebas me remito.

* Cuando sancionó el primer penal para Puerto Nuevo Boliviano (que, dicho sea de paso, actuaba de visitante) se quitó la casaca, la agitó en el aire y dejó ver que debajo de ella llevaba una remera con la típica imagen de la Justicia como figura femenina, con toga romana , una balanza y los ojos vendados.

* Cuando debió amonestar al recio Alcorta, defensor central de Midland, pidió al árbitro asistente más cercano que le alcanzara un sombrero y un antifaz negros y una tiza y, al estilo del enmascarado justiciero El Zorro, procedió a marcarle una zeta en el pecho al imprudente futbolista.

* Cada vez que marcó un tiro de esquina, se paró junto al banderín correspondiente de la forma en que los solía hacer Gabriel Batistuta cuando festejaba un gol, hace unos años.

* Cuando finalizó el partido, se subió a un caballo de la Policía Montada y, con un somero atavío de Robin Hood, procedió a arrojar a ambas hinchadas sus tarjetas y prendas, en calidad de obsequio.

Quienes lean el informe del veedor de tal encuentro podrán divertirse con el notorio desconcierto con que dicho funcionario se refiere al desempeño del árbitro. De todos modos, siguió dirigiendo. Los medios, advertidos, fueron en masa a presenciar sus siguientes encuentros. En Colegiales versus Defensores de Cambaceres hubo más periodistas que espectadores que abonaron entrada, como hizo notar el periódico Olé. Victoriano Arenas - Villa San Carlos, su siguiente encuentro, fue el partido que llevó más público de todos los de la fecha de la D, pese a que ambos equipos medran en mitad de tabla (fue el día que se colgó del travesaño tras marcar una infracción en el área chica en perjuicio del arquero de Villa San Carlos). Y el fin de semana pasado, por el Torneo Argentino, le tocó dirigir Trece de Junio de Pirané contra Guaraní Antonio Franco de Posadas. Los colegas formoseños hablan de una cancha repleta y de un Dellasala que se trepó al alambrado cuando anuló un gol del elenco visitante. El arquero de Trece de Junio (que había perdido 1-3) le pidió la camiseta al terminar el partido, y Dellasala casi pierde el avión de regreso a Buenos Aires porque se cansó de firmar autógrafos.

Por ahora, Dellasala dice querer ir "paso a paso". Sueña con dirigir un Boca - River en moto. Espera llegar a Primera División en un par de años, dirigir torneos continentales y un Campeonato Mundial y ser transferido a una liga europea. Se dice que su representante ya recibió muestras de interés de España e Italia.

 

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