* * *

Cine Braille

* * *
Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

EL RUISEÑOR, EL AMOR Y LA MUERTE, DEL INDIO SOLARI Y LOS FUNDAMENTALISTAS DEL AIRE ACONDICIONADO

A fines de julio, el Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado editaron su nuevo álbum El ruiseñor, el amor y la muerte. Los temas siguen siendo las obsesiones de las últimas dos décadas de quien en esta obra ha decidido revelarse tras la máscara de Protoplasman: la mortalidad, el silencio de Dios, los cielos e infiernos del amor, la crueldad de un mundo para el que millones de personas simplemente sobran. El trabajo de las letras es brillante, como puede comprobarse leyéndolas aquí; la música sigue siendo ese rock-pop de armonización sencilla y producción manierista característico de la carrera solista del Indio. Unas cuantas de estas canciones seguramente pasarán al canon solariano, nada mal para un álbum nuevo de un músico con una trayectoria de tres décadas: para artistas de esa vigencia, es todo un desafío enfrentar con una nueva obra a un público que, notable paradoja, demanda ser sorprendido a la vez que exige la repetición de los trucos que aprendió a amar. Casi como descargo de responsabilidad, cabe aclarar que las líneas que siguen intentan analizar el nuevo disco de un artista reverenciado por millones de personas, no la vida privada de un ciudadano argentino del que desconocemos de manera perfecta su situación en el Veraz, su estado de deuda con la AFIP, sus certificados de antecedentes policiales y sus credenciales para organizar espectáculos a los que asisten multitudes en condiciones dignas de una aventura de Indiana Jones. .

 

ARTE
En la tapa del ya tradicional librito que da su marco gráfico a los discos del Indio, sus padres, Celina y José. Dentro, una larga y muy variada lista de personajes que Solari reconoce como sus inspiradores, aquellas personas que lo hicieron lo que es. (De hecho, el primer nombre de este disco fue Ellos). Los directores de cine mencionados son todos muy distintos, pero tienen en común haber desarrollado toda o la mayor parte de sus carreras muy lejos de Hollywood: Akira Kurosawa, Andrei Tarkovski, Walerian Borowczyk, Ingmar Bergman, Werner Herzog y Luis Buñuel. Entre los músicos impera un similar eclecticismo. Compositores académicos decimonónicos como Richard Wagner o Modest Mussorgsky, una extraordinaria violonchelista como Jacqueline du Pré, intérpretes del jazz como Billie Holliday o Chet Baker, un tanguero de nota como Floreal Ruiz, cantautores como Leonard Cohen y Bob Dylan, y los rockeros de costumbre: John Lennon, Frank Zappa y, sorpresas menores para los no avisados, John Cougar Mellencamp y Tom Petty.
Entre los artistas visuales hay desde historietistas como Ugo Pratt y Robert Crumb hasta ilustradores del siglo XIX como el célebre Aubrey Beardsley, y pintores como Gustav Klimt, Ilia Repin y nuestro Xul Solar. Entre los escritores, desde novelistas realistas hasta poetas surrealistas, pasando por autores de ciencia ficción, místicos y beatniks: Alfred Jarry, Joseph Conrad, Jean Cocteau, Marcel Schwob, Antonin Artaud, Georges Gurdjieff, Pär Lagerkvist, John Steinbeck, Georges Bataille, Raymond Roussel, Norman Mailer, William Burroughs, Ken Kesey, Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Lawrence Durrell, Kurt Vonnegut, Thomas Merton y Kenneth White.
También hay una actriz como Marina Vlady y dos mujeres cuyo campo de acción no fue el arte sino la militancia política y social: Dolores Ibárruri o La Pasionaria, y María Eva Duarte de Perón. ¿Qué lista redactarías vos si quisieras hacer algo parecido?
LOS FUNDAMENTALISTAS DEL AIRE ACONDICIONADO
En primer lugar, Martín Carrizo, un animal, tanto que es ex integrante de A.N.I.M.A.L. y la banda de, sí, Gustavo Cerati en batería e ingeniería de sonido en la grabación. El bajista es Fernando Nalé, antiguo miembro de Illya Kuryaki & The Valderramas y, también, la banda de Gustavo Cerati. Los dos guitarristas, cuatro manos que a veces parecen controladas por un solo cerebro y que suenan como cuarenta, son Gaspar Benegas y Baltasar Comotto: Benegas es hijo de la cantante María José Cantilo y por ende sobrino del gran Miguel, y Comotto sí que tocó con todos, por caso fue el guitarrista principal de las bandas de apenas Luis Alberto Spinetta y Andrés Calamaro. La costarricense y ex Blacanblus Deborah Dixon y Luciana Palacios aportan sus voces, Sergio Colombo sus saxos y Miguel Ángel Tallarita su trompeta. No hay participaciones de invitados como la de Calamaro en Porco Rex, salvo el aporte del llamado Coro Anarco-Pontificio en El callejón de los milagros: el legendario Gustavo Gauvry, viejos amigos como Rosi de Jardín o Julio Culito Carfi y el escritor y guionista Marcelo Figueras, quien hoy está colaborando con Solari en la escritura de su biografía y quien difundió por primera vez este disco en su programa Big Bang por la radio cooperativa FM La Patriada.
LOS TEMAS
Pinturas de guerra Un rock poderoso (y breve) de apertura, con un abrasivo sonido de guitarras procesadas que reíte de Moulinex y con un arreglo de batería en la segunda mitad de las estrofas que le hubiera encantado a Keith Moon de los Who. También una declaración de guerra a sus enemigos personales y políticos (¿no son personales también?) a los que acusa de mentir siempre "a gusto del poder". El Indio amenaza con mandar a su fantasma a hacerse cargo de ellos, una canchereada de un artista que siempre ha sabido usar sus enemistades como motor de la creación: hablamos del compositor de Héroe del whisky, Blues de la artillería, ¡Es hora de levantarse, querido! (¿dormiste bien?), Pedía siempre temas en la radio, Te estás quedando sin balas de plata o A los pájaros que cantan en las selvas de Internet.
También una constancia: la renuncia del Indio a la rima complica la memorización de sus letras, lo que no es algo nuevo por cierto. (También nos recuerda que la justificación de la rima es puramente mnemotécnica y no artística).
La oscuridad En un comienzo casi de novela negra y que funciona como prólogo, el narrador de la historia vuelve a una ciudad desangelada a cobrarse una vieja deuda, y lo hace "sin piedad". Es el momento en que lo acechan los "fantasmas de juventud" que vienen a "despedirse de mí" y la letra se convierte en un tango de Discépolo, más allá de que el abordaje musical rockero no tenga mucho que ver con el tango y tal vez haría fruncir el ceño al ya mencionado Tata Ruiz. Uno de los mejores momentos del disco.
El callejón de los milagros Extraña canción de folk psicodélico con coro casi hippie (el Coro Anarco-Pontificio) y que comienza con un aire a (¿me parece a mí? ¿será casualidad? ¿es sólo el parecido de la armonización?) Rezo por vos. La música celebratoria contrasta con una letra terrible, una pintura del mundo al que nos arrojan décadas de injusticia: un personaje al que "son los billetes los que te dan ilusión" no le alcanzan ni jardines "con sus manzanitas de oro" ni sus "mucamos filipinos" para escaparle a la Parca que lo visita de la mano de unos pibes chorros de quince años, esos pibes de cruel inocencia que "no sienten nada, / no sienten que se pueden morir / y nada por vos" que ya habitaban viejos temas de Solari como Rato molhado. Los pibes a los que el mundo sólo puede ofrecerles el futuro de Sheriff o de Pabellón séptimo (relato de Horacio).
El ruiseñor, el amor y la muerte Esta balada con cierto aire a David Bowie es una de las mejores canciones del disco y una de las grandes canciones de toda la carrera del Indio. Por empezar, es una glosa al cuento El ruiseñor y la rosa de Oscar Wilde, una meditación acerca del amor y del arte, dos lenguajes que quienes no los comprenden ni siquiera pueden reconocer como tales, y a quienes los comprenden los pueden empujar al dolor y al más sublime de los sacrificios. El ruiseñor, además, raramente es apenas un pájaro en la poesía occidental: es una antiquísima forma de referirse a sí misma. Pero la poesía es misterio, sugiere antes que explica: "qué rosa oscura vive y florece en los pantanos" es un verso hermoso, que no necesita de interpretación alguna para ser disfrutado.
"Si la adversidad triunfa / dolerá porque fui feliz" cantaba el Indio en el tema que abre el disco. En esta canción de desamor, que recuerda al pasar a la Gran Lady de Lobo suelto, cordero atado, reafirma la idea: "el dolor más puro es el de haber sido tan feliz".
Strangerdanger Un rockito unidimensional con una letra protestona y, creo, sobrevalorada: si la idea es "contaminar la cultura", como afirmara el Indio en un viejo reportaje, las letras demasiado explícitas sólo convencen a los convencidos de antemano. Una imprecación dirigida a un "ladrón en todo el globo" al que se recibe "con honores de virrey" y no hace falta más para deducir que estamos en medio de la tormenta que es... el gobierno de Cambiemos. Hay un par de versos que parecen más bien referirse a los enemigos personales del Indio, salvo que consideremos que el sistema capitalista a nivel planetario le declaró la guerra a él: "mis enemigos me van a asustar / cuando comiencen a tener razón", que por cierto es una gran, gran frase. Hay otra que es ambigua y puede interpretarse de ambas maneras: "esos chimangos no tienen piedad / y sí el poder de mentir por los satélites". El fraseo del Indio al cantar no da más de stone.
El martillo de las brujas (Malleus Maleficarum) Bella y bucólica balada que a mí me hace acordar, sobre todo por la cadencia, a la no menos bella y bucólica La vuelta al origen de los hoy olvidados con entusiasmo Cantilo y Punch. (Los paralelos que cada uno descubre como Test de Rorschach, como descripción de las costumbres artísticas del espectador, más que de las del artista. "Es al espectador, y no a la vida, a quien refleja realmente el arte" afirmaba con toda razón Wilde). A la historia narrada se la puede leer como una versión burguesa y actual de Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario (o no) de Sui Generis, o del cuento La máscara de la Muerte Roja de Edgar Allan Poe, además de que parece la misma terrible historia de El callejón de los milagros pero contada desde otro ángulo. El burgués con mucamos filipinos es aquí un habitante de un barrio de rubia felicidad amurallada, cultor de una falsedad "de la cuna a la tumba" tan falsa que compra "pósters de obras de arte", y que hasta cree adorar a un tal "San Ernesto de la Higuera" que no es otro que Ernesto Che Guevara, ejecutado en La Higuera, Bolivia.
Fuera de ese barrio donde "la compasión aquí no está", donde los privilegiados se desentienden del desastre que causan las mismas políticas que explican sus privilegios, comienzan a preguntarse si "no será pecado aguantar / que decidan de una vez derramar" sus riquezas en tanto pobrerío sufriente. (Que el Indio viva en un barrio así en Parque Leloir no invalida su crítica, pero la modesta paradoja es imposible de esquivar de buena fe). El terrible final es un par de versos tan poco oscuros como la poética solariana desde que dejó atrás a Patricio Rey: "marea brava, marea oscura / ¿y la guardia dónde está?".
¿Y por qué el segundo título, ese paréntesis que dice Malleus Maleficarum, que podríamos traducir del latín como el martillo de las brujas? Es el nombre de un tan célebre como espeluznante tratado acerca de la brujería escrito por un inquisidor alsaciano de la orden dominica llamado Heinrich Kramer y publicado en Alemania en 1487, y que sirviera como manual para todo perseguidor de las brujas durante más de dos siglos. Más terrible que sus tremebundos terrores es el hecho de que miles de personas fueron martirizadas en toda Europa por seguir sus delirantes lineamientos. ¿Qué es el martillo de las brujas en el contexto de esta canción? El martillo de los oprimidos, que hace su ingreso al drama descripto por el Indio en sus últimos versos.
El Tío Alberto en el Día de la Bicicleta Una marca de este disco es la presencia de guitarras acústicas, algo que en álbumes anteriores era raro, tan raro que de hecho el comienzo de este tema del Indio suena un poco a... Soda Stereo en la época del MTV Unplugged. (¡Herejía!). Otro aspecto llamativo es el tono bajo en que canta el Indio, tal vez en razón de las limitaciones vocales propias de la edad. Pero el tono, sumado a la particular melodía del estribillo, produce por momentos la extrañísima sensación de estar escuchando a ¡Palito Ortega! ¡Y se quejaban de Soda! Tal vez sea intencional, un chiste montado en la discordancia de esos pasajes melódicos algo naif con una letra que se refiere al descubridor del LSD, el bioquímico suizo Albert Hoffmann, y su experiencia inicial con el ácido, en condiciones que justifican que ese día sea denominado el Día de la Bicicleta. ¡Tío Alberto no iba a ser por la canción de Serrat, gente!
Si otras canciones enfrentan al engaño, el saqueo y la muerte que caracterizan eso que llamamos civilización, ésta es una de las que canta a una de las salidas vitales. Ya no el amor, como en otras, sino la experiencia psicodélica, la experiencia de haber atisbado "el renacer" y entender que está fuera de nuestra comprensión, fuera de las posibilidades del lenguaje. Y volver a la crasa vida de todos los días sin comprender "por qué Dios calla así. / Silencian el dolor que nos da / no entender la oscuridad". Otras palabras para subrayar la añoranza por un dios que no juegue "a los dados" y "quizás esté a mi favor" como en la venerable Motorpsico, o por un Dios que esté "en los detalles" como no está el de Flight 956, o por "un dios nuevo / mejor hecho y / bajo nuestro pulgar" como en El árbol del Gran Bonete: otra manera de cantar Las supersticiones traen mala suerte del álbum previo.
(Agregado del 06/08/18: ya que en esta página cunden las observaciones menos rigurosas que impresionistas, quiero hacer notar que este tema es el octavo de quince, el que divide el álbum en dos, y que me gustan más, como todo, las canciones de la segunda parte, digamos el lado B de un disco de vinilo. ¿El lado B es, entonces, el lado A después de la experiencia psicodélica?).
Canción para un terrorista bonito De los pibes chorros de quince años que en El callejón de los milagros matan y mueren porque "no sienten nada" a un pibe del Medio Oriente que mata y muere porque su mundo le duele demasiado, porque en ese mundo "la verdad se hace débil cuando el miedo la ataca" y el chico busca su "salvación", esa salvación que el Indio condena al final de El ruiseñor, el amor y la muerte: no es por ahí, pibe, por acá tampoco, no, no, pibe, "busca tu cura y no la ingenua salvación". En ese mundo en crisis que, parafraseando a Gramsci, "lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no nace", "la muerte anda con hambre otra vez". (La frase completa del pensador italiano es "el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos)".
La producción cunde en climas, texturas y armonías del Medio Oriente. Marcelo Figueras dijo en su programa de radio que el tema salió de un viejo demo de casi dos décadas de antigüedad.
La pequeña mamba Una linda canción que cuenta una historia de amor, tal vez la primera historia de amor de dos pibes, y una de las pocas pistas amables del disco, más allá de que mamba sea una serpiente africana y más allá de esas guitarras estridentes, que asociamos con versos combativos o desencantados. (Tal vez una representación sonora de la frase "me propuse estropearlo todo / a eso me dedico yo"). Podría ser hit si todavía existieran los hits. Aquellos que execran a las letras del Indio por oscuras se quedan sin argumentos en este límpido tema, más allá de un chiste como "tu boca en mi bulevar" (!). Una corta middle eight en tono menor le agrega un detalle Beatle. El sonido de la guitarra solista me recuerda un poco al glorioso feedback de la guitarra de Robert Fripp en Heroes de David Bowie, un artista admirado por el Indio, quien además reconoció haberse conmovido profundamente con el postrero disco Blackstar.
La moda no es vanguardia Un gran título para un tema cuya letra parece oscilar entre dos tópicos, la muerte que espera (¡desde hace varios discos!) y los enemigos que acechan, en años en que el auge de las redes antisociales ha puesto de moda al odio, lo que genera en el Indio un desdén brutal (“los muertos sin alma me quieren juzgar a mí / la moda les sopla qué cosa penar, son así”). Otra frase sensacional es la que abre la puerta del tema, "me invento plegarias vacías, sin sed de fe". Este tema tiene además uno de los pocos solos de guitarra del disco, probablemente el más expresivo de todos.
A bailar que no hay Infierno ¡Otro gran título! para uno de los pocos temas que conserva alguna reminiscencia lírica y musical con esa remota prehistoria que ya es Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota. La letra parece un clisé del tango reescrito en el siglo XXI, como para que lo cante un anfitrión de Westworld moldeado a imagen y semejanza de Floreal Ruiz. Un hombre que hace rato dejó de ser joven es encandilado por una mujer "zorrona" y "boquifloja" a la que "le conocen más el culo que la cara" y que lo usa, miente que "tu cama" es "un lecho de agonías de fiebres de amor". Pero "no querés, vos perro viejo escuchar amigos", "y de su fango no escapás por penar / por lo que fue y por que pudo ser / Tu orgullo no se luce más". (Historia que conviene relacionar con el verso "busca tu cura, y no, la ingenua salvación" de El ruiseñor, el amor y la muerte).
La ciudad de los encandilados Las dos primeras estrofas se ocupan de pintar el paisaje de una ciudad "oscura", "inmensa", "fría" y "ventosa" en la que, como un eco de Hoy todo el hielo en la ciudad de Almendra, "no existe cielo aquí". Esta ciudad de pesadilla está destinada a los "héroes solitarios", los "encandilados": un colectivo que recuerda al de La murga de los renegados. Cuenta Marcelo Figueras que es la historia de un robo en el que el narrador traiciona a sus compañeros: "ya tengo decidido qué voy a hacer / para olvidarme de esta angustia. / Haré mio el botín, toda la mosca". "Y cuando todo se aclare estaré lejos", remata el narrador. ¿Habrá que leer esta letra en relación a otras que involucran personajes marginales, como Panasonic y el mundo a sus pies? ¿O al protagonista de La oscuridad que va a cobrarse una deuda a una ciudad tan inhóspita como la retratada en este tema?
Ostende Hotel Preciosa balada con una forma nueva para un tema del Indio: partes de piano y voz alternan con otras en las que la banda entera rockea. Hay unos violonchelos muy lindos que enriquecen la figura un poco básica del piano tocando dos acordes mayores separados por una tercera menor, más una voz que ha conocido mejores épocas pero que para este tema resulta apropiadísima. La historia es muy poderosa: en un hotel que por alguna razón imagino en tiempos añejos, un gigoló que vive las turistas extranjeras a las que aparentemente enseña a bailar se enamora de una amiga escort con la que comparte coto de caza. En este disco en el que es tan notable la condición intertextual de todas las letras, cuesta no relacionar estos versos con la dama que no desea que se la "quiera así" de El ruiseñor, el amor y la muerte, canción en que además "la amistad dejó sin cuidado al amor". Por lo demás, la dama le advierte que no arriesgue su "suerte por un sueño", pero tiene la delicadeza de preocuparse por él cuando lo ve creerse "que era su dueño". Parece también la contracara de A bailar que no hay infierno.
Dicho sea de paso, el célebre director cinematográfico Billy Wilder vivió durante un tiempo de enseñarle a bailar a turistas extranjeras en el desesperado Berlín de los años treinta.
Panasonic y el mundo a sus pies Otro tema que, como A bailar que no hay infierno, evoca al pretérito universo de Patricio Rey, tanto en lo musical como en la descripción de una vida en los ásperos márgenes del sistema. El protagonista, llamado Panasonic por motivos que sólo el Indio sabrá, es un pesado retirado que vive oculto, inhallable, casi un blank de la vieja serie Max Headroom. Su casa es un camión de Juncadella (!) y tiene un perro que sobrelleva el nombre de Enfisema. Extrañamente, en Torito es muerto de El perfume de la tempestad lo habían vengado: ¿este tema será una precuela? (Tal vez las canciones del Indio sean ventanas abiertas, o tal vez apenas entornadas, a historias mayores que él ha escrito o al menos vislumbra. Como fotos de una película, o canciones de una obra musical de la que no conocemos el resto del libreto).
"Cualquier fulana que llegue a su bragueta / puede pasar la noche allí", canta Solari, tal vez sin miedo a no pasar la prueba de la blancura del sexismo por ser el mismo tipo que también escribió La murga de la virgencita o Una piba con la remera de Greenpeace. (Noto que este texto se sirvió como referencia de varias canciones de Momo Sampler, editado en un tristísimo y crudo año 2000 con tantos parecidos a este 2018. No parece casual, al menos en mi caso. En el ánimo del Indio, no sé).
(Agregado del 05/08/18: Un día después de publicar estas líneas se me ocurrió que Panasonic y el mundo a sus pies parece por momentos una versión de Gran Lady de tempo más sosegado).
El que la seca, la llena Un final poderoso, desafiante y festivo, montado en un rock con muy buenos arreglos de vientos, que invita a gastar "tu vida alguna vez / bailando hasta el amanecer" y cuyo riff, sin ser igual, a mí me recuerda al de Owner of a lonely heart del Yes de los ochenta, pero a mí, eh, a mí, diría Bilardo. "Lo que te inquieta esta vez / no durará más de un mes" porque "todo lo feo acabó, la parte más fea acabó", más allá de que "moscones a tu alrededor / te miran y vos lo sabés / Viven y no dejan vivir / Los tontos no descansan jamás". Y si "a casi nadie contenta su vida hoy / Miedo y deseos" no te extrañe que "si te sacás de encima el destino, / permitime, quiero adivinar, / va a brincar tu troupe de bufones ¡ay! / la que has dejado de amar". Las últimas palabras del disco son "la banda suena tan lindo hoy" y hacen justicia a este temazo. La coda funky, si queremos, nos recuerda a Fanky de Charly García, pero sonando casi treinta años mejor.
 
Artículos relacionados con el Indio Solari que podés encontrar en esta página amiga (?).
* Tres reportajes de 1987 a las hipóstasis de Patricio Rey
* Porco Rex (2007).
* El perfume de la tempestad (2010).
* Pajaritos, bravos muchachitos (2013).
* A los pájaros, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado en Villa Epecuén (2021).