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“OUT OF THE PAST", DE JACQUES TOURNEUR (1947)

Conocido en español como “Retorno al pasado” o “Traidora y mortal”, este filme es una de las cumbres de un tipo peculiar de thriller, aquel que clama a cada fotograma ser considerado como un film noir. [Nota publicada originalmente en el Libro de Oro Cinefanía 2010-2011]

UNA APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍA DE CONJUNTOS

Todos recordarán, de los tiempos de la escuela, a los diagramas de Venn: esa manera gráfica de representar conjuntos lógicos. Postulemos entonces un conjunto T, que contiene a las películas que podemos definir como thrillers, caracterizadas por conocidos excitadores de la adrenalina como el suspenso, la intriga y la violencia. Postulemos también un conjunto N, el de los filmes noir, o cine negro, cuyos personajes rezuman amoralidad y cinismo, cuyos puritanos argumentos (rehenes del Código Hays) subrayan el carácter fatalmente corruptor del dinero y de la sexualidad femenina (¡oh, secretos terrores masculinos que llamamos misoginia!), y cuyos opresivos climas abundan en escenas nocturnas o tomas en interiores, más una fotografía que se complace en los claroscuros y las atmósferas brumosas. Bien: el subconjunto definido por la intersección de T y N es particularmente nutrido, rico en grandes películas, y una de ellas es la que ocupará estas líneas.

El estudio RKO reunió, para “Out of the past”, a un director prestigioso como el francés Jacques Tourneur, a un fino artesano como el responsable de la fotografía, Nicholas Musuraca, y a un buen guionista como Daniel Mainwaring. El guión es una adaptación de una novela que Mainwaring (“Build my gallows high”) escribió bajo el seudónimo de Geoffrey Homes, con aportes (no mencionados en los créditos) de Frank Fenton y de nada menos que James Cain (el autor de esas cumbres de la novela negra que siguen siendo “El cartero llama dos veces” y “Pacto de sangre”).

NADA ES LO QUE APARENTA SER

El argumento: Jeff Bailey (Robert Mitchum, en una actuación de una eficacia restallante) pasa sus días en el bucólico pueblito californiano de Bridgeport, donde regentea una estación de servicio y planea una vida futura junto a una chica común, Ann (Virginia Huston) hasta que, un día, un extraño con todo el aspecto de un matón a sueldo, Joe (Paul Valentine) le informa que un tal Whit desea verlo.

Con la excusa de una conversación en la que Jeff le confiesa la verdad de su pasado a Ann, un flashback nos impone que Jeff no es quien aparenta ser, tanto que ni siquiera se apellida Bailey, sino Markham. Unos años atrás, trabajando de investigador privado en Nueva York, Jeff aceptó el encargo del citado Whit (Kirk Douglas, muy bien) de rastrear a su amante, Kathie (Jane Greer, otra gran actuación - en la imagen de abajo a la derecha) que huyó con 40 mil dólares de su propiedad tras dispararle y herirle. Jeff la encuentra en Acapulco: en la primera ocasión en que ambos se ven, queda claro (tanto para los dos personajes como para el espectador) que el destino de Jeff es caer rendido ante la sensualidad felina de Kathie, y que Whit no sólo va a perder a su mujer y a los supuestos 40 mil dólares (que Kathie niega habérselos apropiado) sino también el dinero pagado a Jeff. Luego de una intempestiva visita de Whit y Joe, la pareja huye a California, donde planea comenzar una nueva vida, hasta que un antiguo socio de Jeff (Steve Brodie) los encuentra e intenta extorsionarlos. Kathie lo mata; Jeff se lo reprocha; Kathie huye, dejando solo a Jeff con el cadáver, abandonando sus pertenencias. Entre ellas, está el comprobante bancario del depósito de los 40 mil dólares que jurara a Jeff no poseer. Éste, desilusionado, decide recomenzar su vida en Bridgeport… hasta que el casual encuentro con Joe lo devuelve a su pasado.

¡Y vaya regreso! Porque, en el presente del filme, Whit y Kathie han vuelto a estar juntos, Kathie le contó a Whit del crimen del socio de Jeff, y Whit amenaza a Jeff con acusarlo del asesinato a la policía, merced a un testimonio firmado por… Kathie. La salida que Whit le ofrece es recuperar para él cierta información vital sobre sus actividades delictivas, que está en poder de su contador Eels (Ken Niles) y su secretaria y amante (la por demás atractiva Rhonda Fleming, en un pequeño papel). La oferta es una trampa: Jeff se da cuenta de que Whit pretende deshacerse a la vez de Eels (mandándolo asesinar) y de él (ordenando las circunstancias de manera tal de inculparlo). A partir de este nudo dramático, y en beneficio del lector que no haya visto la película, conviene plantear los interrogantes que vertebrarán el desenlace, en vez de contarlo: ¿saldrá bien librado Jeff de ese juego mortal? ¿Hasta qué punto podrá confiar en Kathie? ¿Logrará evitar que Ann se vea involucrada? ¿Se quedará con ella o con Kathie? En términos más generales, bien propios de la narrativa clásica: ¿se puede escapar del destino? Todo esto narrado fantásticamente en apenas 1 hora y 37 minutos de película, economía de recursos que parece haberse perdido en el cine de hoy.

Algunos apuntes más para demostrar que no se trata de un filme más: la sobria renuncia a toda truculencia (nos enteramos de que un personaje ha sido asesinado porque Jeff abre una puerta y ésta se traba en los pies del muerto). Los contrastes entre las primeras escenas de Jeff con Ann (en luminosos y paradisíacos espacios abiertos), con Whit (en interiores, en la tradición del noir) y con Kathie (con su infartante silueta destacándose contra la luz del exterior al irrumpir como un ángel – un ángel exterminador – en una oscura cantina mexicana). Los sutiles detalles que subrayan el peligro que Jeff abraza al abrazar a Kathie: los diálogos junto a una ruleta, los besos junto a una barca de pescadores repleta de redes, el primer encuentro sexual (apenas sugerido) en una cabaña en medio de una violentísima tormenta, que fuerza a las puertas a abrirse y a las lámparas a caer al suelo y apagarse. Los diálogos chispeantes, en la mejor tradición del género (Jeff al hampón Whit: “vendo gasolina, obtengo un pequeño beneficio. Con ello compro otros artículos. Al venderlos obtengo una ganancia. A eso llamamos ‘ganarse la vida’. Habrás oído de ello en algún lado”. Whit, reflexionando: “¿Mis sentimientos? Hará diez años los escondí en algún lado, y no he sido capaz de encontrarlos”. O este revelador diálogo. Kathie: “creo que nos merecemos un poco de paz”. Jeff: “nos merecemos el uno al otro”). Las caóticas idas y vueltas de la segunda mitad del filme, que en más de una ocasión desorientan al espectador: ningún personaje explica nunca porqué actúa como actúa, algunas acciones parecen obedecer más a impulsos que a fríos planes, los personajes parecen arrastrados por los acontecimientos, más que dueños de su destino. Las escenas finales, en las que Jeff reconoce un paralelismo moral (amoral) entre él y Kathie (“somos iguales”), aunque Tourneur se permite sugerir una forma de redención para Jeff (que al fin y al cabo no es ni un asesino como Joe, ni un  barón del crimen organizado como Whit, ni un manipulador como Kathie).

Para el final, una reflexión: unas líneas más arriba, señalaba que la pregunta que regía la línea argumental del filme era si se podía escapar del destino. El concepto occidental (e islámico) de Destino suele venir acompañado de una carga de inexorabilidad que lo convierte en una especie de entidad metafísica, a veces tan poco distinguible de la Voluntad Divina que es casi un sinónimo de ella. La filosofía de Oriente prefiere la idea de Ley del Karma, que carece de este citado lastre metafísico y que, en realidad, es un desarrollo de la conexión causa – efecto: todo lo que pensamos, decimos y hacemos (o dejamos de hacer) tiene sus consecuencias. Nuestra conducta anterior nos ha conducido a las actuales circunstancias; de la misma manera, nuestras acciones en el presente determinan nuestra felicidad futura. ¿Nuestro destino está escrito por alguna Entidad Superior y es irrevocable? ¿O llamamos Destino al efecto combinado de nuestras acciones pasadas y de nuestra incapacidad para modificar nuestro presente? “Out of the past” (como gran parte del film noir) suele leerse como una meditación sobre ese Destino irrevocable y preescrito que mencionaba; creo que, en cambio, es un perfecto ejemplo de la postura oriental sobre el mismo debate.

PARA SEGUIR LEYENDO

* Página del filme en IMDb (en inglés).

* Reseña de la película en Filmsite. org (en inglés). Tim Dirks.

* “Film noir and the femme fatale” (en inglés). Michael Mills.

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