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PENSAMIENTOS DEMOLIDOS EDICIÓN NOVIEMBRE 2013
La que sigue es una colección de pensamientos rigurosamente demolidos que no le hacen asco ni a los quince años de la edición de Ultimo bondi a Finisterre, ni a la decadencia de la transgresión y la idea de contracultura, ni al resucitado verso de "Occidente", ni a la extraña ucronía de comentar discos que jamás se editaron, ni a dos o tres pensamientos más que atinaron a pasar por ahí y que serán efectivamente demolidos en este emprendimiento que cuenta a la vez con las mejores intenciones y las peores capacidades. Con ustedes, los intérpretes, en una nota aniversario que incluye cameos de Los Redonditos de Ricota, Jorge Luis Borges, Gilbert Keith Chesterton, Jethro Tull, The Beatles, Justin Bieber, Miley Cyrus, Ricardo Fort, Margarita Stolbizer, Serú Girán, ¡El Huevo!, los Traveling Wilburys, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll... y siguen las firmas.
El fanatismo por Los Redonditos de Ricota esquiva minuciosamente los dos últimos discos de la banda, Ultimo bondi a Finisterre (editado en el ya remoto y menemista 1998) y Momo Sampler (del delarruista y, ergo, poderosamente deprimente 2000). A mí siempre me causó incomodidad esa incomprensión del público: Ultimo bondi... es un gran disco, con temazos como El árbol del Gran Bonete o Alien Duce, o una canción tristemente hermosa como La pequeña novia del carioca, entre las mejores de la historia del rock argentino. Lo que pasó con esa obra es que la banda cometió la herejía de cambiar, de sonar acorde a lo que se escuchaba en Inglaterra o Estados Unidos en esos momentos, y lo que se escuchaba era Prodigy, o Garbage. La razón de ese distanciamiento entre la banda y su público la dio... Jorge Luis Borges, quién si no, en un artículo escrito para el diario La Prensa y publicado el 24 de noviembre de 1935, titulado "La Vuelta de Martín Fierro" y cuyo tema el lector intuirá.
Escribió Borges entonces: "’Nunca segundas partes fueron buenas’ dijo (para que le dijeran que no) Miguel de Cervantes en el principio de un Quijote segundo que aventaja notoriamente al primero. La observación es justa, y la bondad del segundón cervantino es otra cosa que la proverbial excepción que confirma la regla, ya que procede – según ha demostrado Groussac – de una rectificación del plan primitivo, no de su mera y simple continuación. Queda pues el problema multiplicado en tantos ejemplos: el por qué de la inferioridad general de las segundas partes. Descartada la hipótesis bergsoniana, sentimental (supremacía de la misteriosa intuición, impropiedad y estupidez de la inteligencia) indagaremos otra. Sospecho que la fatiga del escritor tiene alguna culpa, y mucho más que la del escritor, la del público. Éste, en efecto, requiere una proeza no muy posible: la repetición de un asombro. Quiere ser asombrado por el héroe que la primera parte le descubrió, y no tolera ningún cambio en el héroe. Quiere lo mismo y quiere que lo mismo sea diferente". ("Textos recobrados 1931-1955", tomo 18 de sus Obras Completas, Editorial Sudamericana, Buenos Aires 2011). Queda aquí expuesto el drama de aquellos "demasiado jóvenes para morir, demasiado viejos para el rock" de la jurásica canción de los dinosaurios Jethro Tull: ¿repetirse hasta el infinito y volverse una banda de autocovers, mutar con cada moda y convertirse en una especie de Zelig, arriesgar la fidelidad de los fans con un golpe de timón sin garantías de éxito, apostar a la ruleta de un cambio de gustos que permita un retorno en toda la línea, morirse para ahorrarse el espectáculo de la decadencia y ser tomado para la joda por chicos con edad para ser tu hijo o aún tu nieto? Y a propósito, ya se sabe, o si no se sabe debería saberse: la bandera contracultural de hoy es el consumo irónico de mañana; el consumo irónico de hoy es el rescate contracultural de mañana. Y eso es todo, no hay nada más. El resto, en todo caso, no es precisamente silencio sino el babélico Twitter, que todo lo afirma. lo niega y lo confunde, como una divinidad que delira.
Y ya que hablamos de contracultura, y por ende de transgresión a la cultura dominante: no hay nada más sobrevalorado que la transgresión como meta en sí misma, o sea, independientemente de la regla vulnerada. Y gracias Chesterton por decirlo hace un siglo, y perdón Chesterton por tardar tanto en entenderlo. El otro día leí, medio en broma, que al demoler el Hotel Faena y mandarse una actuación interruptus por culpa de una resaca padre, Justin Bieber era más rock que el rock. Por los mismos días, Miley Cyrus fue a recibir un premio por TV y lo hizo fumando un porro, replicando la actitud de los Beatles al ser ordenados Caballeros del Imperio Británico en ¡1965! Me parece que, al respecto de las actitudes de Miley y Justin, que en el fondo son dos chicos, se sacaron las conclusiones equivocadas: estos dos inventos de la línea del montaje del pop adolescente no son más auténticos que el rock por traficar con transgresiones de manual que a los Beatles ya aburrían en 1966, lo que pasa es que las transgresiones de manual se gastaron de modo terminal y hoy, 2013, no significan un carajo. Todo lo que aprendimos al respecto en Cerdos y Peces, CQC, Cuál Es, Caín, Expreso Imaginario o lo que fuere hay que tirarlo a la basura, caducó. ¿Reivindicar el porro o el reviente en 2013, signo de valentía, de transgresión, de algo? ¿En 2013? ¿En serio me lo decís? Es casi un argumento por reducción al absurdo: con semejantes conclusiones, lo que corresponde hacer es abandonar las premisas, por absurdas. ¿Qué sigue entonces, inventarle virtudes al finado Ricardo Fort para mejor burlarse del sentido común progre?
[Pido un momento antes de seguir con este remedo de artículo. El mejor epitafio a esa patrulla perdida del noventismo menemista que fue Ricardo Fort es, no tan casualmente, un tema de Los Redonditos de Ricota, y menos casualmente aún, un tema de 1993: Etiqueta negra]
La cita a Chesterton viene a cuento porque, hace cien años, lo cool en Inglaterra era ser espíritista, o ateo, o cualquier cosa menos cristiano, y Chesterton no sólo siguió siéndolo, sino que pasó del anglicanismo a una versión cristiana todavía más retrógrada y fuera de sync, el catolicismo. (¡En Inglaterra, donde los católicos son cuatro, contando a Graham Greene y la familia de Paul McCartney!). Si Chesterton era sincero en esa conversión, mis mayores respetos; si no lo era y en realidad le estaba tomando el pelo a la época,mi mayor admiración.
Dice el creador del Padre Brown: “Hay quienes han adquirido el hábito estúpido de hablar de la ortodoxia como algo pesado, monótono y seguro. Sin embargo, nada existe tan peligroso y estimulante como la ortodoxia: la ortodoxia es la sabiduría, y ser sabios es más dramático que ser locos. La Iglesia nunca eligió los caminos trillados ni aceptó los lugares comunes, nunca fue respetable. Es fácil ser locos; es fácil ser herejes; es siempre fácil dejar que una época se ponga a la cabeza de algo, lo difícil es conservar la propia cabeza". (“Ortodoxia”, Gilbert Keith Chesterton, 1908). Así que, a lo mejor, hoy ser contracultural de verdad es cantar y tocar bien sin recurrir a la extorsión de levantar una bandera, es negarse a postular una jihad iconoclasta contra la generación previa cuando uno cree que está integrada por artistas valiosos, es no acudir al facilismo cagón (en el que yo mismo he caído en otras épocas) de votar a los que no gobernarán jamás, es hacer bien tu trabajo en un ambiente laboral en que todos hacen lo mínimo indispensable. La transgresión profesional es lo más careta que hay, sobre todo cuando ello implica impostar una crítica que no se siente o, mucho peor aún, defender posturas ridículas sólo por hacerse el rebelde. ¿Sobreactuar un presunto disgusto ante la obra de Borges, o Gardel, o los Beatles, o Kubrick, por ganar alguna posición en la tabla del Nacional B de la mera transgresión? ¿Tomarte en solfa a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo porque hoy sus luchas de cuatro décadas son, por fin, parte del sentido común de la época? Nene, entendiste todo al revés.
Y si hablamos de entender todo al revés, que me disculpe una persona honesta y bien intencionada como Margarita Stolbizer pero... así no. Así no. Proponer la lucha contra la “riqueza mal habida, en relación a los patrimonios que los funcionarios públicos no pueden explicar”... en el coloquio de IDEA. La "riqueza mal habida" “de los funcionarios públicos”, de ellos solos, parece. En el coloquio de IDEA, la crema del empresariado argentino, Clarín, Telecom, Techint, La Nación, Banco Galicia. Contra la "riqueza mal habida". Ellos te ovacionaron, Margarita. Te pegaron y te llamaron Margot, Margarita. No más preguntas, Su Señoría.
Y no nos quedemos acá con lo de entender todo al revés, porque hace unas semanas el pequeño mundo de las redes sociales se vio conmovido durante seis minutos y diecinueve segundos por este aviso de Coca Cola hábilmente contrabandeado como defensa de "Occidente", y que recomiendo leer en su totalidad. Es un buen ejercicio para entender a gente que no piensa como nosotros acerca de prácticamente ningún tema, que no teme caer en covers de las más deplorables páginas de la revista Gente de nuestro tan occidental y cristiano período 1976-1983, y que no es capaz de entender que lo que está haciendo es defender una sola de las tantas ideas de Occidente, la idea neoliberal nacida al calor de la revolución conservadora de Reagan y Thatcher de hace ya tres décadas, y que fuera refutada victoriosamente por la realidad con el derrumbe en cámara lenta de sus instituciones desatado por la crisis financiera de 2008. O sea, ni siquiera tiene el prestigio de lo nuevo: es tan parte de lo viejo como otras ideas occidentales como el marxismo, que debemos a un muy occidental judío alemán que escribía en la muy occidental Londres, y que pensaba que la victoria de sus ideas llegaría primero en... la muy occidental Alemania. Ni hablar de que hay otros conceptos de Occidente que fueron mucho más exitosos social y económicamente que el neoliberalismo, como por ejemplo la socialdemocracia de posguerra, liderada por estadistas plenamente, orgullosamente occidentales y para nada neoliberales como Clement Attlee, Willy Brandt u Olof Palme. O de que la historia de Occidente hiede a saqueo y chorrea sangre por donde se la mire, aún hoy: el Guardian de Londres nos dio un feo ejemplo de ello hace unas semanas, recordándonos que los aborígenes australianos viven aún hoy en la miseria, tienen una expectativa de vida de 35 años y aprenden a leer y escribir... gracias a la generosidad del muy poco neoliberal gobierno cubano. En el seno de una de las sociedades más ricas de la Tierra. ¿Otro éxito de Occidente? ¿Occidente lo hizo?
En el último recodo de estas líneas, retorno a la música, de donde tal vez jamás debí haber salido. La tecnología nos dio la posibilidad de armar listas de temas musicales a nuestro gusto, de armar nuestros propios compilados. Casi, casi, de crear la lista de temas de un disco que no existe. Uno de los discos que no existen pero me encantaría de que hubieran existido es uno con las canciones que Charly García dedicó al mundo del cine, que bien podría comenzar de modo cronológico con Las increíbles aventuras del señor Tijeras de Instituciones de Sui Generis y continuar, digamos, con joyas como Qué se puede hacer salvo ver películas, Marilyn la Cenicienta y las mujeres, Canción de Hollywood o Cinema Verité. Otro, el disco que Serú Girán no grabó en 1982 porque David Lebón y Charly García no quisieron seguir sin Pedro Aznar. Disco que, a juzgar por notas de la época, bien podría haber sido grabado con Lebón en el doble papel de guitarrista y bajista. Para su ejecución en vivo, uno se tienta en especular con remplazos para Pedro como Beto Satragni en bajo (que era el bajista de la banda de apoyo del Lebón solista en 1982-84) y tecladistas como Diego Rapoport (lo mismo) o quienes cumplieron esas funciones en la banda de apoyo a Charly en 1982-83, como Cachorro López y Andrés Calamaro. (Uno de los problemas para remplazar a Aznar era que no sólo tocaba bajo, sino también teclados, y además cantaba muy bien y participaba activamente en los arreglos de las canciones nuevas. David bromeaba en 1982 con que a Pedro lo iban a tener que remplazar con "cinco tipos").
¿Y qué decir de un disco cuya lista de temas fuera ésta? No bombardeen Buenos Aires, Superhéroes, Sin vos voy a estallar, Oh Dios qué puedo hacer, Yo no quiero volverme tan loco, Canción de dos por tres o Vos también estabas verde, El tiempo es veloz, Inconsciente colectivo. También podría hacerse un lugarcito Cómo me gustaría ser negro, tema de Charly que tocara ocasionalmente en vivo en 1982 y que grabara para el disco del dúo de precisamente Moro y Satragni de esos meses. ¿Nada mal, no? (Temas como Yendo de la cama al living o Peluca telefónica son para un disco solista de Charly, me parece imposible que los hubiera incluido aquí). ¿Otras ideas? ¿Cómo hubiera sonado un álbum de El Huevo, fugaz banda de 1970 con nada menos que Miguel Abuelo, Luis Alberto Spinetta, Carlos Cutaia y Pomo? ¿Y si Pappo y Spinetta hubieran tenido tiempo de armar el dúo con el que ambos jugaron durante décadas? ¿Y si hubiera llegado a buen puerto el proyecto de disco conjunto de Charly y Spinetta? ¿Y qué tal un disco a medias entre Charly y Fito Páez, o Charly y Calamaro, o Calamaro y Fito? ¿O unos eventuales Traveling Wilburys argentos, con la formación que a vos se te ocurra? (Tal vez los Traveling Wilburys argentinos, en otro registro muy diferente, menos pop que rock y blues, fueron los integrantes de la proteica Pesada del Rock and Roll).
En fin, es jugar con estas ideas, aún con torpeza, o convertirse en Los Salieris de 678, o Clarín, o Santiago del Moro, y repetirlos como lorito. Está claro que no es mi juego.
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