Muerte de un ciclista. Nacionalidad: España. Guión y
Dirección: Juan Antonio Bardem. Argumento: Luis Fernando de Igoa. Director
de fotografía: Alfredo Fraile. Música: Isidro B. Maiztegui, José Luis
Piano: García de San Esteban. Montador: Margarita Ochoa. Productor:
Manuel J. Goyanes. Decorados: Enrique Alarcón. 35 milímetros. B/N. Normal.
Duración: 88 minutos. Lugares de rodaje: Madrid. Estreno: 09-09-1955,
Madrid: Gran Vía. Espectadores: 37.287. Recaudación: 97.879,20 €. Empresa
distribuidora: Suevia Films, Cesáreo González, S.A., y Trionfalcine.
Fecha de autorización: 25 de abril de 1955. Espectadores: 37.287. Recaudación:
97.879,20 €. Intérpretes: Lucía Bosè (Mª José), Alberto Closas (Juan),
Bruna Corra (Matilde), Carlos Casaravilla (Rafa), Otello Toso (Miguel),
Alicia Romay (hermana de Juan), Julia Delgado Caro (Madre de Juan),
Manuel Alexandre (Ciclista), Fernando Sancho (Guardia), Matilde Muñoz
Sampedro, Mercedes Albert, José Sepúlveda, José Prada, Jacinto San Emeterio,
Manuel Arbó, Emilio Alonso, Margarita Espinosa, Rufino Inglés, Antonio
Casas, Manuel Guitián, Elisa Méndez, José María Rodríguez, Carmen Castellanos,
José María Gavilán, José Navarro, Gracita Montes, Manuel Rojas.
Introducción
Muerte de un ciclista, que, pese a su voluntad
de sortear la censura franquista, recibió la calificación de "gravemente
peligrosa", se estrenó fuera de concurso en Cannes, donde obtuvo el
premio de la Crítica Internacional del Festival.
La aparente simplicidad argumental del filme hace pensar
que su exhibición pudo estar exenta de dificultades. Sin embargo, el
simbolismo que encierra, despertó el recelo de las autoridades, y de
no haber sido por la colaboración del productor Manuel Goyanes, quien
involucró a varias compañías para acometer este proyecto, difícilmente
se habría rodado este filme. Bardem ya contaba con Alberto Closas, y
la productora italiana Trionfalcine aportó, por su parte, a Lucía Bosè.
La mayor parte del rodaje transcurrió en los estudios Chamartín, en
Madrid y en sus alrededores.
Finalizado el festival de Cannes, Bardem participó en
las Conversaciones Nacionales Cinematográficas de Salamanca, durante
el transcurso de las cuales, se debatió sobre la situación estructural
del cine español. Juan Antonio Bardem y Basilio Martín Patiño resumían
conjuntamente las conclusiones de aquel congreso subrayando que "cuando
el cine de todos los países concentra su interés en los problemas que
la realidad plantea cada día, sirviendo así a una esencial misión de
testimonio, el cine español continúa cultivando tópicos conocidos. El
problema del cine español es que no es ese testigo que nuestro tiempo
exige a toda creación humana". Bardem fue aún más lejos en su valoración
de tan significativo encuentro cuando declaró que "el cine español es
políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo,
estéticamente nulo e industrialmente raquítico".
No hay que olvidar que el cine franquista, aunque cualitativamente
era inferior a otras cinematografías nacionales, tenía una clara finalidad
propagandística, y los pocos que evitaban deliberada y solapadamente
la censura, pasaron a la posteridad como testigos excepcionales de su
tiempo que, no sólo se resistieron a asumir como propios los principios
del régimen, sino que, además, lo pusieron en entredicho, simplemente
mostrando su lado oscuro.
Sinopsis
María José, una joven dama de la burguesía madrileña, y su amante Juan,
un profesor universitario, atropellan accidentalmente, a un ciclista.
Se detienen para comprobar su estado. Juan se acerca al moribundo, pero,
interpelado por ella, se detiene y retrocede. Acto seguido, ambos suben
al coche, y huyen repentinamente atormentados por el remordimiento,
que les perseguirá a cada momento hasta que descubren que nadie sabe
nada de lo sucedido.
Ella es asediada por un crítico de arte (Rafa), y él, por su propia
consciencia. María José, dominada por la suspicacia ante las molestas
insinuaciones de Rafa, que parece, a su juicio, conocer lo ocurrido,
teme por la integridad de su reputación social. Juan, por su parte,
ofuscado por un incipiente sentimiento de culpa, desempeña sus ocupaciones
diarias distraídamente, aunque no ceja en su esfuerzo por conservar
la calma, y asumir sus quehaceres con una aparente normalidad. Sin embargo,
un acto de negligencia profesional le aboca al descrédito. Durante una
de sus clases, una alumna sale a la pizarra para someterse a un examen.
Durante el transcurso de la exposición, la voz de la alumna se le antoja
a Juan asfixiante, y le estrangula el pensamiento, de tal modo, que
acaba prorrumpiendo un grito, conminándola a marcharse a su sitio. Al
poco tiempo, Juan le suspende el examen, y como consecuencia de ello,
debe asumir las decisiones de sus superiores y afrontar las protestas
de los alumnos.
Posteriormente, no sin antes, avisar a María José, decide abandonar
todo, y entregarse a la policía. Ella renuncia, sin embargo, a sacrificar
su posición social, y para evitarlo, atropella deliberadamente a Juan,
en la misma carretera donde fuera atropellado el ciclista. A ella, sin
saberlo, le aguarda la misma fatalidad que a éste. Mientras regresa
a su casa, se le atraviesa un segundo ciclista, y por evitarlo, da un
giro brusco, se precipita por un puente, y muere. El ciclista no duda
en dar aviso del accidente, al contrario de los que ellos hicieron en
un primer momento.
Contexto Histórico
Según apunta el profesor José Mª Caparrós, en "Muerte
de un ciclista, (...) se pueden apreciar el tráfico de influencias
y la situación de la clase obrera en esa etapa de posguerra, así como
el fariseísmo de determinada sociedad, o los primeros conatos de rebelión
estudiantil, además del trasfondo político español y la crisis de algunos
intelectuales -incluso se identificó a Bardem con el crítico de arte
que incorpora Carlos Casaravilla-". (.../...)
"La muerte de Juan por María José adquiere trascendencia
y verosimilitud, en cuanto de lo social se trasciende al mismo ámbito
actuando políticamente: es una clase social defendiendo a toda costa
sus privilegios (...). Muerte de un ciclista es, por tanto, la
descripción crítica de un país que vive un periodo de confusión social,
en el que la miseria y el lujo no hallan un punto medio de confluencia".
Por otra parte, según el modelo urbanístico de la época,
a cada distrito se le atribuía una categoría social casi exclusiva,
parecía como si el campo y la ciudad ocuparan el mismo espacio, pero
sin llegar a coincidir. La separación entre pobres y ricos era muy clara,
y cada segmento de la población asumía su propio rol por sistema. Mientras
esa situación de hipocresía soterrada persistiera, todo transcurría
con la indolencia que el régimen imponía, pero había quienes, como Juan,
pensaban que era necesario introducir cambios irrevocables. De hecho,
las reivindicaciones salariales, que provocaron las huelgas sectoriales
de la primavera de 1956, anunciaban ya, una alteración del curso del
régimen, aún por entonces, tímida, pero gradual. Junto a la agitación
obrera, se desató una no menos importante agitación universitaria motivada
por las medidas aplicadas por el Ministro de Educación Joaquín Ruiz
Giménez (elegido como tal, en 1951), destinadas a mantener un férreo
control social en el ámbito universitario, lo cual a muchos se les antojó
una forma de profanación de los principios sobre los que se sustenta
la Universidad, entre otros, la libertad de pensamiento y de acción.
La consagración a un estrato social a cualquier precio,
como representa María José, se contrapone al estado de confusión que
se apodera de Juan quien, pese a que actúa de acuerdo a un sistema de
valores que asume casi con el estoicismo propio de quien obedece gratamente
a su benefactor; vislumbra un horizonte nuevo, el advenimiento de un
modelo de sociedad que se está empezando a gestar. Por su parte, Matilde
representa prematuramente a una generación de jóvenes disconformes con
un sistema de valores, que ya no satisface sus expectativas.
La película reproduce, entre otras cosas, los rasgos
identificativos de tres estereotipos dispares:
María José, como heredera de una categoría social, que elimina
cualquier obstáculo que le impida mantener su posición.
Juan, como el beneficiario de una forma de nepotismo enquistado.
Matilde, que representa el relevo de una generación que protagonizará
los cambios ulteriores.
Muerte de un ciclista, es pues, no sólo un accidente,
sino el anuncio de un cambio que puede provocar cualquier acontecimiento
fortuito.
Bibliografía
Para saber más:
Bibliografía
CAPARRÓS LERA, José Mª. Estudios sobre el cine español
del franquismo (1941-1964). Fancy Ediciones. Valladolid,
2000. Cap IV: "La oposición al franquismo: Muerte de un
ciclista (1955), Calle Mayor (1956), y La Venganza
(1957), de J.A. Bardem", pp. 91-103.
VV.AA. El cine español. Larousse. Barcelona, 2002.
"50 películas para recordar", pág. 197.
TERMINE, É. BRODER, A. CHASTAGNARET, G. Historia de la
España contemporánea. Desde 1808 hasta nuestros días. Ariel.
Barcelona, 1995.