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- Narciso Ibáñez Menta (n. 1912)

Fuente: Cine Bizarro, 100 años de películas de terror, sexo y violencia (1996, Editorial Sudamericana)

Podría ser considerado el Boris Karloff argentino si no fuera porque no es argentino sino español, y porque sólo una mínima parte de su filmografía tiene que ver con el terror, género en el que hizo más TV que cine. El ídolo de Narciso fue siempre Lon Chaney, a quien dijo haber tenido el privilegio de conocer personalmente cuando era niño y vivía en los Estados Unidos.

Su primera película, Una Luz en la Ventana (Manuel Romero, 1942), lo presentó como un científico loco y acromegálico intentando transplantarse la hipófisis de Irma Córdoba para curar su deformidad. Ibáñez Menta se pasaba la mayor parte del film susurrando desde la oscuridad para ocultar su rostro de freak -un triunfo de los efectos especiales criollos -. La película fue ampliamente publicitada como “el primer film de terror del cine argentino”, e incluso varios diarios enfatizaron que era la primera entrada en la truculencia de nuestra cinematografía. Probablemente sea el primer film con acromegálicos del cine mundial.

También a las órdenes de Romero, Ibáñez Menta se internó otra vez en lo macabro en la divertida comedia negra Historia de Crímenes (1942). Una década más tarde protagonizaba la estupenda adapatación de Román Viñoly Barreto de La Bestia Debe Morir (1952), de Nicholas Blake (seudónimo de Cecil Lewis, padre de Daniel Day Lewis), uno de los mejores films negros que se hayan rodado en la Argentina. En 1952 protagonizó junto con Olga Zubarry el segmento de León Klimonovsky de la coproducción con España y México Maleficio/Tres Citas con el Destino.

En 1957 apareció en uno de los segmentos de la sátira fantástica Cinco Gallinas y el Cielo (Rubén W. Cavallotti) como un empleado que al ingerir una droga llamada “audacina” comete un delito para conseguir el dinero necesario para mandar al cirujano plástico a su hijita de rostro deforme. Con Cavallotti volvió a actuar en el film carcelario Procesado 1040 (1958) antes de protagonizar -y, según algunas fuentes, dirigir sin ser acreditado- el film en episodios Obras Maestras del Terror (Enrique Carreras, 1959), inspirado en relatos de Edgar Allan Poe: en los distintos episodios Narciso se caracterizó como un desagradable anciano avaro (El Corazón Delator, coprotagonizado por Narciso Ibáñez Serrador), un sádico asesino (El Tonel de Amontillado) y como un mesmerista dispuesto a probar que la hipnosis puede mantener vivo a un hombre que está a punto de morir (El Caso del Señor Valdemar). Obras Maestras del Terror es un título fundamental del cine argentino, y es una de las películas nacionales que más interés sigue despertando en el exterior, en gran parte gracias a la memorable labor de su protagonista.

Lamentablemente Ibáñez Menta no volvió a incursionar en el cine de terror argentino. Su última aparición en el cine nacional fue en la estupenda comedia negra Los Muchachos de Antes No Usaban Arsénico (José Martinez Suárez, 1976), coprotagonizada por Mecha Ortiz y Mario Soffici. En España Ibáñez Menta apareció en varios films de terror como La Saga de los Drácula (León Klimonovsky, 1972), Odio mi Cuerpo (Klimonovsky, 1974), Viaje al Más Allá (Sebastián D’Arbo, 1980), El Ser (D’Arbo, 1982), Más Allá de la Muerte (D’Arbo, 1986) y Cena de Asesinos (D’Arbo, 1989).

Una rara participación de Narciso en el ciclo de films del lobisón español Jacinto Molina-Paul Naschy se puede ver en El Retorno del Hombre Lobo (Molina, 1981). El actor tiene una sola escena, como un profesor en silla de ruedas estrangulado por una bella discípula. Para la TV española Ibáñez Menta protagonizó la serie Historias para no Dormir, y trabajó como presentador del ciclo televisivo de terror hispano Alucine.

Es una lástima que sus apariciones en distintos programas terroríficos de la TV Argentina no hayan sido preservadas para la posteridad. Casi todos han sido borrados o destruidos por sus productores, y aunque algunos pocos han sobrevivido al paso del tiempo, los canales niegan su existencia y por algún tipo de motivo jamás se han vuelvo a ver en el aire ni siquiera fragmentos. El Fantasma de la Ópera, El Muñeco Maldito, Los Bulbos, Yo, Robot y el legendario El Hombre que Volvió de la Muerte sin recordados entre los mejores productos de la historia de nuestra televisión. La truculencia de algunos de estos programas era inusitada: Ibáñez Menta confesó que en ocasiones se utilizaron cadáveres auténticos, aunque prefiere no dar demasiados detalles sobre una escena de El hombre que volvió de la muerte en al que hay quien asegura que se vio una autopsia real, sin efectos especiales. “Eso es un secreto de sumario”, contesta Narciso Ibáñez Menta al ser interrogado sobre el tema.

* Su horrible fealdad no llegó a penetrar en su alma, que aun en medio de la tragedia que vivia, conservó destellos de humanidad y ternura.
Del programa de una resposición de de 1958 Una Luz en la Ventana

* Más que el terror, prefiero el buen teatro. A veces se vuelve molesto que a uno lo encasillen con algún tipo de personajes. Si yo he hecho algunas cosas de terror, es sobre todo porque los grandes personajes del género ofrecen un reto para el actor… El terror moderno tiene muchas cosas repugnantes, pero también han hecho cosas inteligentes como La Mosca. La mayor limitación del género -y yo la he experimentado en carne propia- es que aparte de los siete u ocho personajes clásicos, todo lo demás son variaciones sobre un mismo tema.
Narciso Ibáñez Menta