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Recuerdo y memoria de Narciso Ibáñez Menta

Fuente: Publicación digital, El Semanal Digital, España, 28/10/2004

Fernando Alonso Barahona

Ibáñez Menta supo bordar la interpretación de personajes del cine de terror22 de mayo. Actor, guionista, realizador de cine y televisión, padre de Chicho Ibáñez Serrador, Narciso Ibáñez Menta ha muerto en Madrid a los 91 años. Nació en Langreo el 25 de agosto de 1912, hijo de los artistas líricos Narciso Ibáñez y Consuelo Menta. Subió por primera vez a un escenario a la edad de tres años y a partir de 1921 inició su carrera profesional, que le llevaría a recorrer España y América entera a la vieja usanza de los antiguos cómicos. Fascinado por Lon Chaney, se convirtió en el hombre de las mil caras caracterizándose en diversas composiciones que brillaron con luz propia en las tablas de los escenarios: Jekyll y Hyde, Fausto, El fantasma de la ópera, La muerte de un viajante...

En Argentina intervino en más de cuarenta películas o miniseries de televisión: Una luz en la ventana (1942), La bestia debe morir (1952), Tres citas con el destino (1954), El monstruo no ha muerto (1960), destacando la famosa Obras maestras del terror rodada en 1960 y que prefiguraba la después mítica Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador. La serie estaba dirigida por Enrique Carreras y reúne varios episodios de Edgar Allan Poe, como El extraño caso del doctor Waldemar o El corazón delator (Menta dio vida al relojero tuerto del relato original).

El punto culminante llega en 1960 con la emisión de los nueve capítulos de El fantasma de la ópera, Ibáñez Menta encarnó al protagonista de la obra Gaston Leroux, y la audiencia de la serie llegó a rondar el cien por cien, estableciendo un record que llegó a figurar en el libro Guinness. La colaboración entre padre e hijo (Chicho, nacido de su unión con Pepita Serrador) iba viento en popa e incluye otras series de éxito como El muñeco de cera (1960) o El muñeco maldito (1963). Mención especial merece Los bulbos (1962), dirigida por Menta sobre guión de Luis Peñafiel (seudónimo de Chicho).

Regresó a España en 1963 y colaboró enseguida con Televisión Española en el espacio Estudio 3 con El hombre y la bestia, El asfalto... Eran historias dramáticas de gran impacto que servían a Ibáñez Menta para componer tipos curiosos, a caballo entre la realidad y la fantasía, pero que nunca dejaban indiferentes. Su interpretación de un desquiciado televidente en El televisor, uno de los mejores episodios de Historias para no dormir, marcó un hito tanto en la moderna historia de la televisión como en la carrera interpretativa de su protagonista.

En los años setenta y ochenta Ibáñez Menta trabajó en películas menores: Odio mi cuerpo (1974) de León Klimowsky, Lucecita (1976) o la divertida comedia de Mariano Ozores Yo hice a Roque III (1980), protagonizada por Andrés Pajares, Fernando Esteso y Antonio Ozores, regresando ocasionalmente al cine fantástico en curiosidades como Viaje al más allá (1980) de Sebastián Arbó o en la magnífica El retorno del hombre lobo (1980) de Jacinto Molina/Paul Naschy (Menta intervenía, a modo de colaboración especial, en el prólogo de la película, una de las mejores de la serie Waldemar Daninsky).

Todavía en 1984 se le pudo ver en Sal gorda, comedia de Fernando Trueba, Más allá de la muerte (1986) –donde coincidió con el actor y escritor Salvador Sainz, uno de sus grandes admiradores– y en 1997 en la teleserie argentina Los herederos del poder.

Narciso Ibáñez Menta dignificó la televisión –hoy tan decadente– con su trabajo y con su figura, a menudo metamorfoseada en multitud de caracteres. Pero como los grandes actores, su mutis es sólo pasajero, ya que regresará cada vez que un aficionado, en cualquier parte del mundo, disfrute con su trabajo.

 

Fotografía: Ibáñez Menta supo bordar la interpretación de personajes inolvidables del cine de terror