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Obras Maestras del Terror: Berenice

Episodio de TV, Canal 7, 24 de agosto de 1959

Reparto

Narciso Ibáñez Menta
Narciso Ibáñez Serrador

Créditos Técnicos

Basado en la obra de Edgar Allan Poe
Adaptación: Narciso Ibáñez Serrador (como Luis Peñafiel)
Dirección Artística: Narciso Ibáñez Menta
Dirección: Martha Reguera


Una "Berenice" sin Edgar Poe por Televisión

Fuente: La Nación, 30-08-1959

"Berenice", uno de los primeros cuentos de Edgar Allan Poe -para algunos críticos el primero-, es acaso el relato fantástico, en el que intervienen dos primos, que más horripiló al mismo autor.

En efecto, en 1835, en una carta dirigida a White, le dice que "Berenice" es un cuento que peca por el mal gusto y que él mismo dudó antes de publicarlo. La versión que tradujo Baudelaire contenía todavía algunos pasajes -como el del velatorio- que fueron quitados por Poe, con lo que ganó en intensidad y limpieza el cuento de "incitatum y catalepsia".

En la versión libre de Luis Peñafiel, emitida el lunes, a las 0.30 y no a las 23.30, según el horario de televisión, no queda de Poe nada más que pasajes -la "monomanía" de los dientes, dos o tres ideas más y el nombre de la mujer-, con lo que se deduce que argumento y teatralización pertenecen a Peñafiel.

No hay dudas de que esa interpretación que presenta Narciso Ibáñez Menta, al comienzo, es una extraordinaria secuencia cinematográfica, mientras revuelve la basura, basta para justificar el trabajo de un maestro de la caracterización. (Ojalá muchas películas nuestras mentadas hoy día tuvieran esa calidad). Luego, el rancho del trapero, su mujer muda y su hijo alcoholista desfiguran completamente el argumento de Poe. Recordemos el pasaje cuando el pobre hombre -se ve en primer plano el sombrero con la flor- marcha hacia su casa. Otro momento de calidad es cuando el padre codicia, limpia, atesora aquellos objetos rescatados de la basura, entre los que hay dientes de oro. Momentos logrados del diálogo son los de la contraposición (aspiración del hijo a evadirse) de desperdicios (toda la vida de estos seres está tocada por la basura) y de la soledad.

Son de un mal gusto excelente -se lo repetimos, como en otra oportunidad, a la dirección artística, la mostración de calaveras, de la perrita despansurrada y el final de la madre -si Poe sintió que había mal gusto, que diría ahora al ver desfigurado su cuento-: cuando se hace creer en el argumento que es el hijo el alucinado que olvida de día lo que hace de noche y en cambio es el padre. Y cuando se presenta el cadáver de aquella dentro de una bolsa y se muestra su rostro desfigurado, sin los dientes,... etcétera.

Se sabe que en el cuento de Poe se anuncia que se halla el cuerpo sin mortaja, al que, vivo aún, se le han sacado los dientes, etc. Muy buena la actuación de Narciso y de su hijo, que lo imita. Sabemos que este tipo de relato -con cementerios, cajones, velatorios, alucinaciones, descomposiciones corporales, calaveras que bailan en la noche- fue un desprendimiento del romanticismo. Hay otro tipo de relato fantástico. Ver: "Los caballos de Abdera", de Lugones; "El leve Pedro", de Anderson Imbert; "Las ruinas circulares", de Jorge Luis Borges y otros de Bioy Casares, Peyrou, Delfino, Lossia, Nalé Roxlo, que apelan a elementos más sutiles, en los que juega la inteligencia y lo artístico, sin recurrir a lo chabacano. Excelente la escenografía y la dirección de Marta Reguera.


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Aviso, La Nacion, 24-08-1959