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¡Culpable!

Obra teatral, Teatro Astral, Bs. As., 29 de marzo de 1955

Reparto

Narciso Ibáñez Menta

Créditos técnicos

Escenografía: Mario Vanarelli
Autor: Eduardo Borrás
Dirección: Narciso Ibañez Menta


Narciso Ibáñez mañana de tarde en el Astral

Fuente: La Nación, 23/03/1955

Aunque se tenía anunciada la iniciación de la temporada de Narciso Ibáñez para anoche en el Astral, dijimos que, por atraso en el montaje, de forma dubitativa, se realizaría entre fines de la corriente semana y principios de la próxima. Así se ha resuelto, al parecer definitivamente, pues su presentación se realizará entre las dos, o sea mañana por la tarde. No son comunes estas presentaciones en vespertinas, pero mirándolo bien, no están equivocadas, porque al probarse la obra en la sección vermut, ya queda ajustada para la noche, que tiene todo el brillo de la velada inicial. Con el elenco que ya hemos adelantado, como se sabe, lo hará con la pieza de Eduardo Borrás, "Culpable", a la que se ha dedicado un espectacular montaje escenográfico.


Nueva postergación de Narciso Ibáñez

Fuente: La Nación, 28/03/1955

Después de varios anuncios de la iniciación de la temporada del conjunto de Narciso Ibáñez en el Astral, la última para la vespertina de ayer, y, naturalmente, ya para seguir por la noche, con la pieza de Eduardo Borrás, "Culpable", no se realizó. Hasta anoche, y siempre que no surjan nuevos atrasos de montajes, ni inconvenientes imprevisibles, la presentación se realizará en la velada de mañana.


Obra compleja en el Astral

Fuente: La Nación, 30/03/1955

Con una obra extraña, audaz y complicada, se inició anoche la temporada del Astral. Su complejidad radica en su desarrollo y en su substancia.

Se inicia levantando un patíbulo para colocar la horca. Este comienzo lúgubre, que hace temer por su comunicativa tristeza, no se va a mantener en todo su desarrollo, que va a variar en episodios diversos, aunque nunca entrará en el terreno de la alegría. El reo espera en su celda, una hora antes de su ejecución. No tiene conciencia de su delito, ni aún ante los razonamientos del capellán. Entonces, entra a actuar un personaje que aparece con el nombre de El Desconocido, que es algo así como su destino y su conciencia. Ya entrando al pleno campo de la fantasía, le ofrece hacerse vivir todo lo que quiera de su existencia anterior. El condenado acepta sólo un año: desde el día que concibió el atentado a un primer ministro y el asalto a un banco. Vuelto a este período de su vida, con su mujer, otras de ínfima condición, y sus secuaces, entramos en un sector de exaltación del anarquismo, con minucioso estudio de estos sujetos, tema muy abundante a principios del siglo, pero que ahora está fuera de tiempo, si bien sólo se advierte luego en el desarrollo, que no es el sentido de la obra, ni la ideología del autor, sino un elemento dramático. Acentuando las reminiscencias, el protagonista vuelve a su vida de niño, en un doble imaginario, en el que, el anarquista y ajusticiable, Dieudonné, se convierte en el que nació, Pablo, si bien el nombre de este personaje, que como el otro encarna Narciso Ibáñez Menta, se ha omitido en el programa, lo cual es lástima, por que dificulta la comprensión del espectador. Este es el que debió ser por su nacimiento: hijo bastardo de un poderoso industrial, que también él lo habría sido si su padre lo hubiera reconocido, lo que no se produjo por un error circunstancial, y ahí se desarrolla un largo capítulo, que ocupa como una tercera parte de la obra, demasiado minucioso, de su vida virtual de ingeniero, director de fábricas y déspota de sus obreros. Porque lo que la obra se propone demostrar no es tanto la influencia del destino ciego y de las causas fortuitas en la vida de las personas, como la entraña incorregible de este hombre malo, prepotente, lujurioso, que lo mismo ejercitaría sus defectos, desvalido o amo. Es una diatriba a la organización de la sociedad burguesa, en la que, si bien hay, como éstos, muchos otros casos verdaderos, está llevada demasiado lejos y dura en su generalización lapidaria. Fuera de ello "Culpable", como toda obra de Eduardo Borrás, tiene una aspiración poética, que esta vez está más en el hálito de la atmósfera, que en el lenguaje del diálogo. Narciso Ibáñez Menta ecarnó a los dos personajes, contrariamente a su técnica, con muy pequeña caracterización, resultando más elocuente, porque además las situaciones tienen más relieve en el condenado que en el poderoso. El reparto es inmenso, tanto que además de él, son muchos los personajes doblados y la verdad es que no hay espacio para citarlos. La escenografía de Mario Vanarelli, astronómica, llena de cambios, pletórica de luces y sombras, pero sólo podrá apreciarse en las sucesivas representaciones, que vayan poniendo armonioso ajuste en el desesperado apuro de los ensayos.


Narciso Ibáñez Menta

Fuente: Revista Radiolandia, Nº 1416, Año XXVI, 04/06/1955

Fotografía sin referenciaDurante el primer mes de trabajo de Narciso Ibáñez Menta en el teatro Astral, se recaudó la exorbitante suma de medio millón de pesos. La obra de Eduardo Borrás, de la que hace una creación maravillosa el famosísimo actor, había sido acogida con tal entusiasmo por el público porteño que era difícil conseguir localidades con anticipación.

Esta situación dió origen a varios incidentes, motivados por el interés de obtener entradas. Entre otros, éste: una señora que llevaba bastante tiempo en la "cola", desde la primera hora de la mañana, vió, cuando le llegó su turno, que no podía ya obtener la ubicación que hubiera deseado, pues las primeras filas de la platea estaban vendidas. Y como sintiera el humano deseo de descargar su mal humor en alguien, la emprendió con un señor que iba con ella y que, por su aire resignado y contrito, parecía ser su esposo:

- ¿Lo ves? Ya me has hecho perder el tiempo... ¡Sólo tú eres culpable de esto!

En ese instante llegaba Narciso.

- Perdóneme, pero aquí el único "Culpable" soy yo - dijo.

Después, le resolvió cordial y oportunamente su problema.

 

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