MAX HEADROOM
Serie norteamericana emitida por la cadena ABC en dos temporadas y catorce episodios, 1987-88. Ideada por George Stone, Rocky Morton y Annabel Jankel. Con Matt Frewer, Amanda Pays, W. Morgan Sheppard, Chris Young, Charles Rocket y elenco.
Corporaciones gigantescas controlan a su antojo a los gobiernos y manipulan a la opinión pública como reaseguro último de su dominio: porque la información será poder, pero la ignorancia inducida lo es más aún. En el mundo de Max Headroom, ese mundo que nos espera veinte minutos en el futuro, la salida a ese manicomio virtual omnipresente es la desconexión, la fuga: miles de personas, llamadas blanks, la han elegido, al precio de la marginalidad absoluta, porque desconectarse de las redes de manipulación masiva es ilegal. Sólo que el espectáculo postulado por el sistema es intrínsecamente inestable: requiere ser alimentado incesantemente de novedades y escándalos… como el del mismísimo funcionamiento de un sistema así. Este espectáculo necesita generar su propio cuestionamiento para subsistir: el punto de fuga en que confluyen las tensiones que genera es la condición de posibilidad del reportero estrella del Canal 23, Edison Carter, y de una impredecible proyección virtual de su consciencia, generada por accidente en el curso de la enésima manipulación de la realidad a la que se obliga el sistema, y que toma vida propia bajo el nombre de Max Headroom.
Las redes de la serie, prisionera de la imaginería de los años ochenta del siglo pasado, no son las redes sociales de estos años de Cambridge Analytica y Facebook y Google sino las de la TV. Fuera de esta disonancia muy comprensible, aterra la precisión de los creadores del programa para prever el mundo que se avecinaba, el mundo que para los eventuales y acaso inexistentes lectores de estas líneas es el de las tres décadas pasadas. CEOs que se proponen engañar a millones de personas, pulpos mediáticos decididos a todo para asegurarse la victoria de su candidato en las elecciones, genios de la informática para quienes las posibles consecuencias nefastas de sus desarrollos no merecen la menor consideración, grupos terroristas que planifican sus golpes a partir de la cobertura televisiva que esperan recibir, personas asesinadas al solo efecto de despojarlas de sus órganos trasplantables, bebés de diseño, sistemas educativos pagos que marginan a las mayorías, ataques al corazón informático de una sociedad capaces de ponerla de rodillas, artilugios que influyen inconscientemente sobre decisiones de consumo, los libros como muy raros “medios de almacenamiento no volátil”… Casi un mapa del mundo de los años finales del siglo XX y las dos o tres primeras décadas del siglo XXI.
Uno de los personajes de la serie, un genio loco adolescente y bien nerd, capaz de colaborar alternativamente con Edison Carter o con sus enemigos sólo por vanidad, es Bryce Lynch. Ese nombre es usado como falsa identidad por Wade Watts, el protagonista de Ready Player One, una novela de Ernest Cline y un filme de Steven Spielberg que no son inocentes de la imputación de traficar con los símbolos de la década del ochenta. Esa cita a la pasada a Max Headroom es un testimonio de la vigencia de la serie, más de treinta años después de su breve existencia.
La serie fue cancelada abruptamente por razones de audiencia, tanto que cuando llegó el final había dos o tres capítulos en grados variables de producción. Uno de ellos, Xmas, estaba siendo escrito por un guionista llamado George R. R. Martin.