LA NAVE DE LOS TONTOS
La idea de una Nave de los Locos (o de los Tontos) como alegoría de los desatinos de un colectivo humano (o de la humanidad entera) ha sido empleada muchas veces en la historia del arte occidental, ya sea en un famoso cuadro del pintor renacentista Hyeronimus Bosch, unas cuantas novelas, una canción de The Doors, otra de Echo & The Bunnymen, otra de Grateful Dead… y otra de Van der Graaf Generator, banda de rock progresivo un tanto olvidada, respetada por los punks (!) y que me propongo sacar del Arcón de los Olvidos hoy, con la excusa de rever, precisamente, su tema "Ship of Fools" ( La Nave de los Tontos). ¡Alegoría de rigurosa actualidad, si tienen la costumbre de leer el diario!
Van der Graaf Generator se formó en el año del Verano del Amor, en 1967, por impulso de un grupo de estudiantes universitarios de Manchester. La banda atravesó en sus primeros años varios cambios de integrantes, asentándose hacia 1969-70 con Peter Hammill en piano, guitarra y voz, Hugh Banton en órgano y bajo, David Jackson en saxo y flautas y Guy Evans en batería. (¿El nombre del grupo? Derivaba del de un generador electrostático inventado en 1929, el generador de Van der Graaff – la diferencia de deletreo fue producto de un error).
Los discos de comienzos de los ’70 mostraban a una banda de rock progresivo que, como todas las de ese movimiento un tanto pomposo, traficaba cómodamente influencias del jazz y la música de cámara. Pero Van der Graaf Generator era especial: en su música, en la voz a menudo alucinada de Hammill, había una aspereza infrecuente, sólo asimilable, en el marco de su estilo, a la del King Crimson de 1973-74. Los padres de entonces, los abuelos de entonces, podrían escuchar a Emerson Lake & Palmer o, tal vez, a Yes, y sentir que podían incorporar el rock a sus gustos musicales sin hacer demasiado esfuerzo; con Van der Graaf Generator, eso era bastante improbable. En otras palabras, Van der Graaf Generator hacía rock: no por nada era una de las bandas favoritas de punks como Luca Prodan o el mismísimo Johnny Rotten.
Y estaba también el aspecto lírico: pocas letras de rock pueden ser definidas como poesía sin demostrar, con ello, el absoluto desconocimiento de lo que es la poesía; algunas de esas pocas letras se deben a Peter Hammill. ¿Qué decir, por ejemplo, de la de Still life, tema editado en el disco homónimo de 1976? El título es traducido corrientemente como “naturaleza muerta”, pero también puede ser vertido al español, literalmente, como “vida quieta”; una ambigüedad del todo apropiada para una canción cuyo tema es la vida de un Inmortal. Este inmortal, que recuerda tanto al del cuento homónimo de Jorge Luis Borges, está lleno de dudas (“¿en qué nos convertimos? ¿Qué hemos elegido ser?”), lleva una “estéril” vida de “aburrimiento e inercia”, en la que “la risa no se diferencia del llanto” y, “pasando el tiempo / el cual ya no tiene ningún significado”. El final de la historia es ominoso, y recuerda el mito helénico de Titono: “pero la cama nupcial está lista / la dote ha sido pagada / los desdentados y demacrados rasgos de la eternidad / ahora me dan la bienvenida entre las sábanas / para unirme a su cuerpo marchito – mi esposa / Suyo para siempre / suyo para siempre / en la vida quieta” (1) .
Tras un hiato que duró de
1972 a 1975, la banda se
reunió y grabó tres álbumes en un año. Banton y Jackson se fueron a fines de 1976, siendo remplazados por dos
músicos que cambiaron el sonido de la banda: el bajista Nic Potter y el violinista Graham Smith. Los temas fueron reformados radicalmente; el sonido
era mucho más compacto, crudo y enérgico, mucho más acorde a la sensibilidad de
la Inglaterra
punk de 1977-78. Precisamente el 16 de enero de ese último año, la banda
registró su actuación en vivo en el Marquee Club de Londres, editándola en forma de disco doble
en julio de ese año, bajo el más que apropiado nombre de “Vital”.
¿La formación? Peter Hammil en piano, guitarra y voz, el nuevo miembro Charles Dickie en piano, sintetizador y violonchelo, Graham Smith en violín, Nic Potter en bajo, Guy Evans en batería y un retornado David Jackson en saxos y flauta. (La formación de la foto de arriba es ésta, sin Jackson).
Veamos las pistas de “Vital”, primer disco. El citado "Still life". "Last frame", bello e inquietante tema sobre un fotógrafo que siente que “en el cuarto oscuro soy un traficante en tiempo y espacio”, y que conserva la última imagen de una mujer, pese al paso del tiempo, aunque “sólo tengo un negativo de vos”. El inédito "Mirror images" (“imágenes en el espejo”) con un tema también muy propio de Borges. El medley de "A plague of lighthouse keepers" y "The sleepwalkers" (dos extraordinarios nombres de canciones, por cierto: “una plaga de cuidadores de faros” y “los caminasueños”).
Segundo álbum: la (excesivamente larga - ¡17 minutos!) fantasía de ciencia ficción "Pioneers over C". El clarividente inédito "Sci-Finance" (que luego sería grabado, en otra versión, en un disco solista de Hammill) que preveía un futuro que, para nosotros, llegó hace rato: “dinero inteligente / las computadoras parlotean privadamente / ya no hay gente / sólo dinero”. "Door" (un rockito por momentos desquiciado y también inédito en ese entonces). Una versión de "Urban" que incluye una larga cita de "Killer" en medio. Un bis con otro enérgico tema que Hammil había grabado como solista, "Nadir’s big chance", que profetizara el punk a comienzos de 1975: “he estado perdiendo el tiempo, esperando por mi oportunidad / de decirte lo que pienso acerca de la música / (…) francamente / sabés que apesta / Pienso gritar, pienso chillar / pienso tocar mi guitarra / (…) dejame subir al escenario / te voy a demostrar de qué se trata todo esto / basta de farsas / (…) somos más que meros tontos, perpetuamente estafados / entonces vengan todos / destruyamos el sistema con una canción”.
Dejé para el final el tema de apertura, "Ship of fools" (“Nave de los Tontos”), que había sido editado como lado B del simple "Cat’s eye – yellow fever" en 1977. Un rock con un poderoso riff de bajo y un tratamiento instrumental menos complejo de lo habitual para la banda, una interpretación vocal intensa (lo que no era ninguna novedad) y unos lúgubres comentarios musicales del saxo de Jackson, los sintetizadores de Dickie y la guitarra de Hammill. Pasemos, por fin, a la letra: