¿CUÁNDO EL ROCK FUE DE IZQUIERDA?
Hace unos días, Emilio Del Guercio anunció su apoyo a la candidatura blindada de Patricia Bullrich. Sí, Emilio, el mismo de Almendra y Aquelarre y la Eléctrica Rioplatense, el que en 1972 pedía en Gente (sic) una "revolución" que rompiera "las estructuras que ahogan al hombre". El que en 1974 cantaba Aves rapaces para las víctimas de la dictadura de Pinochet. Todo bien, Emilio: es tu vida, son tus decisiones, nada de esto afectará mi aprecio por tu obra y tu persona, pero... ¿Patricia Bullrich? ¿La ex montonera que ahora quiere dinamitar todo? Está bien que el rock hoy no es de izquier... Alto: ¿alguna vez el rock fue de izquierda?
Elvis Presley, su primer ícono, el rebelde que escandalizaba a los padres de familia norteamericanos, se cortó el pelo a lo recluta y marchó a "servir a su país" cumpliendo con su servicio militar en una base en Alemania. Años después tendría una bizarra entrevista con el presidente Richard Nixon, en la que se mostró preocupado por las técnicas comunistas de lavado de cerebro (sic), censuró a los Beatles por ser antiamericanos (sic) y le pidió al corrupto criminal de guerra que ocupaba la Casa Blanca que le cumpliera un deseo: que le regalara una credencial de la Oficina Antinarcóticos. Los propios Beatles cantaban Taxman, una canción de protesta... contra las leyes impositivas británicas, las mismas que llevaron a los Rolling Stones a elegir la Costa Azul para grabar Exile on Main Street. A la corporación U2 no le parecieron suficientemente bajos los reconocidamente bajos impuestos de Irlanda, por lo que fijó domicilio fiscal en los... Países Bajos. Johnny Ramone apoyaba a Reagan y a los Bush, como más tarde John Lydon lo haría con Trump. Eric Clapton, alguien que construyó su carrera interpretando estilos musicales propios de la tradición afroamericana, adhirió a discursos racistas y xenófobos, por la misma época en que David Bowie consideraba divertido y transgresor expresar públicamente su interés por la figura de Adolf Hitler. El resto no es silencio, es rock a todo volumen. Hasta aturdirse.
Quien me quiera acusar de estar eligiendo los ejemplos tiene razón. ¿Y el rock radical del País Vasco? ¿Y Las Manos de Filippi? ¿Y Rage Against the Machine? ¿Y Manic Street Preachers tocando en Cuba para Fidel Castro? ¿Y Sandinista!? ¿Y The final cut? ¿Y canciones como The rifles of Eton de The Jam o Walls Come Tumbling Down! de The Style Council? ¿Y qué hacemos con The last day of the miner's strike o Common people de Pulp? ¿O Cocaine socialism, pintura de la estafa neoliberal del New Laborism de Tony Blair? No, con el grosero empirismo de acumular ejemplos en apoyo de una idea y de la contraria no vamos a ir a ninguna parte. Cuanto mucho podremos completar, con el socorro de los obligatorios alaridos e impostadas alarmas, un programa de TV o streaming de una o dos horas.
Frank Zappa era un defensor comprometido de la libertad de expresión. También era firme anticomunista. Y su ideal de vida era el de un pequeño empresario: ganarse la vida honradamente con su trabajo, mantener a su familia, poder reinvertir parte del dinero que ganara para alimentar sus próximos proyectos. En varios reportajes y en su libro The Real Frank Zappa Book se define como un "conservador práctico", que quiere al gobierno y a las iglesias bien lejos de la vida privada de cada norteamericano, pero también desconfía de la codicia de las grandes corporaciones. Quiere impuestos bajos y un estado pequeño, pero que no renuncie a deberes básicos como la infraestructura o la defensa. El abultado presupuesto militar le parece un disparate, y cree que estaría mejor invertido en educación; a su vez critica a los programas educativos, pero por haber sido expurgados de contenidos irritativos para la derecha. Se escandaliza por las familias que, gracias a las politicas de su odiado Ronald Reagan y sus sucesores, tienen que vivir en la calle. Y no se engaña: la ley existe sólo para beneficiar a los ricos. ¡Así cualquiera es conservador con gusto, viejo Frank!
Vivir tras un muro de asistentes y custodios que vedan el acceso a tu vida a la gente común y te vedan conocerla, viajar en aviones privados y limusinas custodiadas por caravanas militarizadas, albergarse en hoteles cinco estrellas, gastarse los ingresos mensuales de una familia promedio en una sola noche de merca, champaña y compañía rentada: el estilo de vida de una estrella de rock es indistinguible del de un megamillonario enriquecido con el tráfico de armas o el litigio con deudas impagables de países pobres. Digo más: casi que exige a los gritos un orden socioeconómico crudamente capitalista. La cuestión, para un rockero al que todavía le quede un resto de alma, si es que todavía queda un resto de alma en una vida así, nunca será qué hacer en esa situación de salida imposible: es si no hay algo que hiciste mal para terminar así. Algo tenías adentro que te hizo meter la pata, cantarían Gardel y después Rivero. Lástima que Palo Pandolfo ya no está entre nosotros: te podría avivar acerca de qué anzuelos no morder jamás.
¿Pero el rock no abrazó la liberación de los viejos y reaccionarios mandatos y tabúes de las generaciones precedentes, una vieja postura de la izquierda? Prevengo que nos estamos metiendo en aguas agitadas, y no sólo porque no puede decirse que Cuba o la Unión Soviética hayan sido paraísos feministas o patrias del amor libre. Claro que desprenderse de mandatos y tabúes represivos es un valor, siempre que no remplacemos esos mandatos y tabúes con otros. Porque la liberalización de las costumbres sexuales en una sociedad que todavía siga siendo fuertemente patriarcal bien puede terminar con la muy liberal estrella de rock del párrafo previo abusando de menores de edad, obligando a sus compañías ocasionales a consumir drogas peligrosas, o simplemente jugando con la vida y la salud de las groupies. ¿Quién te dijo que el rostro que iba a aparecer una vez liberados de todo control los impulsos dionisíacos iba a ser agradable, humano? ¡Por algo hay viejos machos rockers poniéndose tan nerviosos ante reivindicaciones feministas!
Algunas viejas malas costumbres han contribuido a la confusión: manifestarse en contra de dictaduras asesinas sólo puede ser una postura de izquierda en países en los que la derecha sea otro nombre de la barbarie. Que algunos de los grandes nombres del rock argentino se negaran a mirar para otro lado cuando en el país imperaba la muerte orquestada desde el poder no los hace de izquierda, apenas personas civilizadas, normales. Salvo que ser una persona civilizada sea ser de izquierda. Cosa que algunas declaraciones de Pato Bullrich parecerían demostrar, sólo por contraposición.