* * *

Cine Braille

* * *
Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

ANDOR

Serie norteamericana emitida por Disney+ en dos temporadas y 24 episodios, con inicio en 2022. Creada por Tony Gilroy en base al universo Star Wars ideado por George Lucas. Con Diego Luna, Kyle Soller, Stellan Skarsgård, Genevieve O'Reilly, Denise Gough, Faye Marsay, Ebon Moss-Bachrach, Forest Whitaker, Andy Serkis, Sule Rimi y elenco. Aquí revemos la primera temporada.

 

En la literatura oral de los tiempos antiguos los llamamos ciclos, como el de la Guerra de Troya, o el del Rey Arturo. En la literatura audiovisual mercantil del siglo XXI preferimos hablar de universos, como el de DC Comics, el de Marvel... o el de Star Wars. En ambos casos hablamos de un conjunto de narraciones íntimamente relacionadas, por la historia que cuentan conjuntamente y por los personajes que comparten. En los tiempos antiguos, los poemas épicos eran cantados una y otra vez, por generaciones y generaciones de poetas, y lo que ha llegado hasta nosotros, por razones obvias sólo en forma escrita, es apenas la forma cristalizada de una reescritura oral que llevó siglos, o más bien una de las incontables formas que tomó esa reescritura oral, y que es la única que conocemos. En los tiempos modernos, historias como las de Superman o Batman son comisionadas a un ejército de productores, guionistas y directores una vez por generación, no porque necesariamente se cuenten mejor cada vez, sino porque hay otra nueva camada de accionistas de Disney a la que pagarle dividendos. No es imposible que, dentro de un siglo y de unas cuantas iteraciones, alguna de esas historias alcance una profundida comparable a la de los mitos griegos. Está en debate si la humanidad logra darse un siglo más de existencia para comprobar esta afirmación.
Por lo pronto, el ciclo de Star Wars cuenta con una nueva historia, Andor, por Cassian Andor, uno de los protagonistas de Rogue One, una de sus mejores narraciones. La serie levanta considerablemente la puntería con respecto a The Book of Boba Fett y Obi-Wan Kenobi, y alcanza el nivel de las muy entretenidas dos temporadas de The Mandalorian, pero casi que a los realizadores les salió bien, porque se los nota muuuy apurados por esbozar las series que nos venderán en los próximos años. Andor es una historia coral: un Frankenstein de proyectos de spinoffs, una verdadera nave madre de proyectos de spinoffs. Como si un Jesucristo de los guionistas hubiera multiplicado los personajes y las posibilidades de desarrollo narrativo.
Porque a la historia del origen de Cassian Andor, o Kassa (Diego Luna) como miembro de una tribu incivilizada del planeta Kenari, y su juventud en Ferrix, como ratero y ciruja de poca monta y su amiga Bix (Adria Arjona), que de por sí bastarían para una o hasta dos series propias, se le suman:
* las largas jornadas de Cassian en los campos de trabajos forzados de la luna Narkina-5, una invitación a saquear homenajear incontables películas y episodios de series acerca de la vida en las prisiones y campos de trabajos forzados. Hasta hay un prisionero que funge de capataz - líder de los presos, personificado por Andy Serkis a quien, por una vez, permiten presentarse con su rostro en vez de someterse a la técnica de captura de movimientos para animar a un Gollum, un Snoke, un Caesar o un King Kong.
* la historia del fracasado oficial de seguridad corporativa Syril Karn (Kyle Soller), su insportable idische mame del cosmos Eedy (Kathryn Hunter) y su muy nombrado y nunca mostrado millonario tío Harlo. Syril es un personaje apocado y mediocre, pero en su mediocridad resentida y su fascinación por el orden, las jerarquías y los uniformes anida un monstruo, el del ciudadano ideal del estado totalitario. Esta historia es una especie de sitcom galáctica que, cuando vira a sus tonos más siniestros, recuerda a la película Brazil de Terry Gilliam.
* la de la conspiración rebelde que involucra a Luthen Rael (Stellan Skarsgård) y la senadora Mon Mothma (Genevieve O'Reilly). Aparte de las escenas de disfuncionalidad matrimonial jugadas entre la senadora y su par Perrin Fertha (Alastair Mackenzie) y de esbozos de drama político que parecen hacerse eco de similares gracias de Game of Thrones, es casi una historia de espías tras la Cortina de Hierro o de la Resistencia ante el Tercer Reich, como The Scarlet and the Black. La funcionaria de los servicios de seguridad imperiales Dedra Meero (Denise Gough) funge de letalmente eficiente contracara, al menos cuando logra imponerse en los peligrosos juegos de poder propios de la burocracia del terror. Luthen Rael es un comerciante de antigüedades que dirige en las sombras una organización subversiva, para la que provocar al Imperio a actuar sin piedad es un paso necesario para el éxito de su rebelión: una especie de sumario descuidado de la vida de Rodolfo Walsh y de la historia de los Montoneros pasado por el tamiz de George Lucas. ¡Jamás en mi vida pensé que iba a asociar a esos dos nombres en un enunciado! ¡Saludos a Andor!
* la del golpe por sorpresa de las fuerzas rebeldes en la guarnición del planeta Aldhani, en el que participa Cassian, es otra más de tantas historias de atracos u operaciones militares llevadas adelante por un grupo desparejo y tal vez poco apto para el objetivo propuesto, integrado por individuos que no confían entre sí pero que se ven obligados a hacerlo si quieren no ya tener éxito, sino salir con vida del lío. Cada uno de los personajes tiene su gracia: hasta la difícil pareja de la niña de familia acomodada que eligió pasarse a la oposición armada (Vel, Faye Marsay) y la chica morena que no se opone al Imperio por elección sino porque su vida le va en ello (Cinta, Varada Sethu). Me causa gracia el personaje idealista, Karis Nemik (Alex Lawther) que escribe un manifiesto antiimperial entre práctica de tiro en la montaña y avistamiento del enemigo en el bosque: porque a George Lucas, a Disney, parece que se les dio por un guerrillero que evocara al Subcomandante Marcos o al Che Guevara. A George Lucas. A Disney. Este siglo XXI es un disparate.
Como si no lo tuviéramos claro hace rato.