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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

EN UN CÍRCULO DE ESTRELLAS MOMENTÁNEAS

La República Argentina dio al Eternauta, a Fabio Zerpa y al posadismo, a Monguito de Los Extraterrestres y al ARSAT... y a una banda llamada Los Enanitos Verdes, liderada por todo un Marciano Cantero ¿Habrá en el rock argentino canciones que tengan que ver con el espacio interplanetario o con la vida extraterrestre? La respuesta es sí, y aquí hay una lista comentada de esas canciones, tan incompleta y arbitraria como todas las de esta página. Con ustedes y por orden de aparición, Almendra, Claudio Gabis y La Pesada, Arco Iris, Invisible, Vox Dei, Raúl Porchetto, Los Helicópteros, Los Abuelos de la Nada, Andrés Calamaro, Luis Alberto Spinetta, Suéter, Autobús, Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, Los Siete Delfines, Los Twist, El Otro Yo, Carca, Los Brujos, Soda Stereo, Babasónicos, Illya Kuryaki & The Valderramas, Massacre y Gustavo Cerati. ¡Casi nada!

 

 

Aclaraciones: haciendo clic en el nombre de las canciones, accederán a su versión en YouTube. "En un círculo de estrellas momentáneas" es un verso de Hubo distancias en un curioso baile matinal (Parte 1), temazo de Pappo's Blues.
 
Gabinetes espaciales. Almendra, 1969. Estaba previsto que este tema fuera editado como simple, pero la discográfica lo descartó y terminó apareciendo en uno de los cambalachescos compilados de la época y en posteriores recopilaciones de Almendra. En el año en que el ser humano caminó por primera vez sobre las polvorientas llanuras lunares, a pocos meses de que 2001 alucinara a millones de espectadores, la banda del Bajo Belgrano nos dejó una pintura de una época hoy remota en la que la exploración del espacio interplanetario parecía un camino alternativo para la indagación existencial. El que dicha exploración fuera inescindible de la Guerra Fría y del carácter depredador de la especie no escapó a la poética de la banda: por algo los versos "en Navidad todos se juntan / y explotan bombas en la Luna". Hay un excelente cover de Juanse en clave disco, editado en 2011.
 
Más allá del Valle del Tiempo. Claudio Gabis y La Pesada, 1974. En este extenso midtempo cantado a medias por Kubero Díaz y Alejandro Medina, Gabis invoca sin nombrarlo al horror cósmico de los textos de Lovecraft y sus oscuras entidades alienígenas. (Estaban de furiosa moda, por aquellos años, imaginaciones como El misterio de la Atlántida de Charles Berlitz o Recuerdos del futuro de Erich Von Däniken, literariamente muy inferiores a las de Lovecraft y, para peor, con pretensiones de ser "científicas"). "Cuando la noche se hace trizas en mil ojos de luz / caen sobre mí las presencias mudas de otros mundos. / Y si miro esas mágicas ruinas que aún existen aquí / me siento seguro de que otras pisadas nos precedieron". (Lo de la noche que "se hace trizas en mil ojos de luz" es brillante. Me recuerda a la noche como "un monstruo hecho de ojos" de ese poema de Chesterton tan celebrado por Borges, A second childhood). De este tema salen el nombre y el lema de una excelente y muy valiosa página dedicada al rescate de revistas... de la época en que todavía había revistas en papel.
 
Agitor Lucens V. Arco Iris, 1974. Imaginate al Pink Floyd de comienzos de los setenta pegando un viaje por el altiplano boliviano, onda George Harrison por la India, y componiendo una obra dicen que conceptual sobre dioses extraterrestres con un toque de mensaje cristiano (?), haciendo uso puntual de sonidos folklóricos y ritmos sudamericanos, y además permitiéndose algún que otro apunte político muy en sintonía con una época notoria. (En El Señor me dio estas manos los Arco Iris cantan "si el Señor me dio esta boca para orar / también es para no callar. / Si el Señor me dio estos brazos para trabajar / tambien son para hoy luchar"). Así de raro es este disco doble de la banda donde saltara a la fama Gustavo Santaolalla, treinta años antes de abordar paisajes sonoros similares al componer la música de filmes como Diarios de motocicleta, Brokeback mountain o Babel.
El tema más expresamente vinculado a la temática extraterrestre es Paraíso sideral, donde los ET fungen de intermediarios con la divinidad, y "en sus discos luminosos / pronto nos transportarán / al planeta del encuentro", donde "hermanas plateadas, / hermanos dorados, / sobre los prados se amarán" y "el Guardián de las Esferas, / el Celeste Elegido, / pronto nos despertará".
Como con casi todos los discos conceptuales, conviene no creerse demasiado lo de la idea madre y disfrutar de la música. Claro que si no te gusta el rock progresivo de los setentas, muy probablemente este disco no es para vos.
 
(Derecha: genial dibujo de Scuzzo, "1978 - Argentina Potencia").
 
El anillo del Capitán Beto. Invisible, 1976. Una de las presencias más obvias en esta lista, la de la popular canción de Luis Alberto Spinetta acerca del colectivero porteño devenido chofer del espacio interestelar. (¿Rige el convenio colectivo del mismo sindicato, la Unión Tranviarios Automotor? La canción hace silencio al respecto). El manejo eficaz de los tópicos de la argentinidad, como el mate, el fútbol, la "vieja", el colectivo, la estampita de un santo, la foto de Carlos Gardel, el café, las macetas con malvones, la referencia a localidades como Haedo, es una marca de estilo de la ciencia ficción argentina. Un lindo tema, pero sobrevalorado: Spinetta ha escrito decenas de canciones más interesantes, en lo musical y en lo poético. Ah, y Beto no es ni ahí por el Beto Alonso, chicos.

 

 

Extraña visita. Vox Dei, 1976. Ciegos de siglos es uno de los tres discos de Vox Dei sin su guitarrista, cantante y compositor Ricardo Soulé, que fue remplazado para esta placa por dos guitarristas, Raúl Fernández y Enrique "Avellaneda" Díaz. Extraña visita es un rock desaforado de Basoalto y Fernández, y contrapone la iluminación de los alienígenas a la belicosidad incorregible del ser humano, otro tópico de la ciencia ficción: "seres de otros lugares que nos visitan, / viajando entre galaxias y mil estrellas, / conociendo mundos y sabiduría. / Temo por ellos si quieren descender, / quizás el humanoide los va a matar / porque viviendo en guerra la Tierra está". Que el ser humano sea el humanoide es un lindo detalle.
 
Chico cósmico. Raúl Porchetto, 1977. Otro tema que aborda la concurrida idea del ET inteligente y sensible, casi un hippie galáctico, que se espanta de la violencia de los rudos terrícolas: una versión interplanetaria de la tan Woodstock Busco mi destino de Dennis Hopper. Más interesante que esta previsible balada es el lindo tema previo, el instrumental prog-rock Un hombre intergaláctico de hace 7000 años, ennoblecido por el matiz tanguero de la guitarra solista de Luis Borda.
 
Radio Venus. Los Helicópteros, 1982. Otro tema cuya inclusión era obvia, tan pegadizo e instantáneamente atractivo que uno se pregunta si hay algún caso de one-hit wonder más claro que éste. El narrador capta en su radio un pedido de socorro de los habitantes de Venus, atacados por unos enemigos innominados que, conociendo al compositor, Uki Goñi, podemos presuponer peronistas. Sí, Uki Goñi, hoy corresponsal en Buenos Aires del diario progre de Londres, el Guardian, y autor de libros como Perón y los alemanes o La auténtica ODESSA acerca de los lazos de Juan Domingo Perón con los criminales nazis que fugaban de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
 
Mundos-in-mundos. Los Abuelos de la Nada, 1983. Una de las vertientes más transitadas y mejor logradas del comercio entre el rock argentino y las temáticas objeto de este informe es el empleo poético del campo semántico del espacio extraterrestre y la ciencia ficción. No hay nada en esta canción de Miguel Abuelo y Cachorro López que remita inmediatamente a exploraciones interplanetarias: podriamos decir que están implícitas, con sus referencias a la "bóveda sideral" y a "cruceros galácticos". Si hay un mensaje en esta poesía impar, hasta donde puede haber un mensaje en una letra, está en los versos finales, y no tiene nada que ver con el espacio exterior sino con el interior: "un hilo de la vida / dice a los que la vemos / que no hay malo ni bueno / si uno se pone a salvo. / Se acerca tiempos difíciles. / Amar es urgente". Pero el paralelo entre la exploración del interior y el espacio interplanetario es el tema de alguna de las mejores obras de la ciencia ficción, con lo cual la inclusión de esta canción en este censo está plenamente justificada.
 
Fabio Zerpa tiene razón. Andrés Calamaro, 1984. Otra canción de inclusión obvia, este tema menor del disco inaugural de Calamaro. Pero hace referencia a una "invasión", a "marcianos entre la gente", y termina con un recitado del mismísimo Zerpa, un detalle de producción muy inteligente. La canción es simpática, la melodía y los arreglos son interesantes, y como incursión en la temática del cine clase B y la ciencia ficción es un buen primer paso. En Dos Romeos saldría mucho mejor.
 
La pelícana y el androide. Luis Alberto Spinetta, 1986. A mediados de los años ochenta, Spinetta tuvo un breve deslumbramiento por el pensamiento del astrofísico norteamericano Carl Sagan, que llegó incluso a leer el más bien técnico libro escrito en conjunto y a vuelta de correo, en plena Guerra Fría, con su par soviético Iósif Shklovski, llamado Vida inteligente en el Universo. (La autobiografía de Shklovski lleva el notable título Cinco mil millones de botellas de vodka a la Luna: historias de un científico soviético). Pero Luis no se interesó en Sagan con el fin de volverse un erudito en explosiones de supernovas, propiedades del carbono o satélites de Marte, sino para alimentar su notable imaginación poética desde un ángulo nuevo: de esta época de su obra son canciones con cierto aura de ciencia ficción como Yo quiero ver un tren, Patas de rana o la hermosa e inefable La pelícana y el androide.
El tema iba a formar parte del abortado proyecto conjunto con Charly García, pero terminó apareciendo casi al final del lado B de Privé, una obra que hasta musicalmente tiene un aura de CF: es el disco en el que Luis prescindió de bateristas y construyó la poderosa armazón rítmica de los temas con complicadas programaciones de baterías electrónicas y sampleos, que en en esos ya lejanos años sonaban futuristas. La pelícana y el androide es casi un esbozo de argumento para una película de Pixar: la improbable y alegórica historia de amor entre una pelícana con "su ala partida", perdida tras una tempestad, y un androide al que amará por más que sepa que "sólo es / un androide". [Tema agregado el 18/12/19].
 
Misión Ciudadano I. Suéter, 1987. ¡Una ópera rock acerca de una misión argentina a la Luna! Despacio. Ya en Despegue glorioso se fija el tono zumbón, de no tomarse el concepto demasiado en serio: "todos quieren volar, conquistar el espacio vacío. / Todos quieren volar / cerca del cosmos solar / y una vez volando regresar nadando, / rescatar unas ostras / y patinar todas las noches". Antes que explote mi planeta es, aunque el título lo ponga en duda, una canción de amor. ("Alguien que ría y puede amar / alguien en toda esta desolación total"). Ciudadano ilustre, el más o menos hit y a quien la misión debería su nombre, no tiene un cohete que ver con la misión a la Luna, sino con una crítica al sentido común represivo y bastante facho del ciudadano medio argentino de mitad de los años ochenta, muy pocos años después de habernos liberado de una dictadura atroz. (Tal vez cambiamos menos de lo que pensamos, compruebo en estos meses macristas donde hay gente que aplaude que la Gendarmería acribille a niños pobres). Extraños sucesos protagonizados por un vecino extraño tiene un título genial, digno del humor infelizmente adelantado a su tiempo de Miguel Zavaleta. Hay además un instrumental llamado Operación estelar con recuerdos históricos, una balada con un doble sentido muy predecible como Polvo estelar, un tema que sobrelleva como titulo Vladimir Soplanuk, y un final de obertura.
 
(Derecha: Bombita Rodríguez contra los Burócratas Sindicales del Espacio, 2009. ¿O Peter Capusotto y sus videos no es "un programa de rock"?).
 
Viajando a Marte. Autobús, 1987. Hay bandas de los ochenta que eran buenas pero que no tuvieron suerte, y que se fueron desdibujando a medida que esa década impar para el rock argentino se desintegraba en catástrofes hiperinflacionarias, muertes célebres por SIDA o sobredosis, delirios cocainómanos y skas de letras pretendidamente graciosas que le abrieron el camino del rock al cuarteto y la cumbia. Tras el debut en 1983, Autobús había editado en 1984 un segundo disco producido por David Lebón, con lindas canciones pop, letras a menudo irónicas y relativo impacto mediático y comercial, pero para ese año negro y crucial que fue 1987 ya era más bien post-punk. La letra de Viajando a Marte habla de un periplo interplanetario en una "alfombra mágica / que un guerrero nómade me dio" y de estar "prisionero en otra dimensión", pero la temática del viaje espacial aquí funciona más bien como una metáfora de la soledad y del desamor, como lo termina haciendo explícito un estribillo con un verso como "estoy solo", repetido varias veces.
 
Aquella solitaria vaca cubana. Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, 1988. Más allá del genial diseño de arte de Rocambole para Último bondi a Finisterre, que no se corresponde con la poética muy terrenal de casi todas las canciones salvo El árbol del Gran Bonete, yo elegiría como aporte ricotero a esta monografía a la deliciosamente irónica pista que abre Un baión para el ojo idiota. La letra de Aquella solitaria vaca cubana sólo es oscura para el que ignora que se refiere a un caso real, el de una vaca que murió en Cuba aplastada por restos de un satélite en 1960. Conocida esta circunstancia, la letra del Indio es casi transparente, Indiófobos, y muy disfrutable: el sarcasmo de "la civilización la amaba" es también un alerta, en la era de Chernóbil, Bhopal, Seveso, el agujero en la capa de ozono y el calentamiento global.
 
A (Marte). Los Siete Delfines, 1993. Otro caso en el cual el autor, en este caso Richard Coleman, explora las posibilidades poéticas de la ciencia ficción y los viajes interplanetarios, en lugar de escribir sobre ellos. Más allá de que la letra nombre expresamente a Bradbury y a Lovecraft, y que caiga en el juego de palabras elemental de "amarte" por "a Marte", si hay un autor de ciencia ficción al que la poética de Coleman remite es a James Ballard, y bastaría para probarlo el remitir a las letras de su banda previa, Fricción. El sonido abrasivo y perturbador de este temazo es casi más CF que la letra.
 
Invasión. Los Twist, 1994. ¡Una abducción, una invasión extraterrestre y la intervención del Papa, cómo no amar esta canción! En el comienzo hay un reconocible homenaje a ese viejo serial televisivo, Los invasores, luego una abducción de desarrollo delirante y al final un sarcasmo escondido en la inocente presentación de la intervención papal, un eco del relato católico de la retirada de Atila del Véneto tras su encuentro con el Papa León. (Sí, chicos, ya había relatos en el siglo V).
 
Extraterrestre. El Otro Yo, 1995. "No soy racista. / No soy un diputado. / No soy de la seguridad. / No soy un nazi. / No soy un empresario. / No soy un corrupto. / No soy de la televisión. / No soy un drogadicto. / Sólo vengo a decirte que soy / un extraterrestre / y vengo a destruir este planeta". La mención de algunos personajes, en este contexto, contamina cambalachescamente a otros: diputados, empresarios y gente "de la televisión" mezclados con nazis, corruptos... y extraterrestres que vienen a destruir el planeta. Si es que la mención de diputados, empresarios, gente de la TV, nazis, corruptos, drogadictos y personajes que destruyen el planeta no es un pleonasmo medio trotskista.
 
Órbita. Carca, 1994. Una linda canción de folk psicodélico que funciona casi como una glosa a Space oddity de David Bowie: se parece tanto que, en un tipo tan consciente de la historia del rock como Carca, debemos hablar de algo totalmente intencional. Una especie de homenaje disimulado como robo descarado. "Orbité mas de mil años luz. / Llegué donde no hay ni oscuridad. / No pude soportar más soledad (quise volver a casa). / Programé la vuelta en los controles de mi nave espacial / 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0". Como con el éxito de Bowie, hay más en el tema que la simple interpretación literal.
 
Capitán Fetogia. Los Brujos, 1995. Tras afirmar en la primera pista de Guerra de Nervios, Psicosis total, que "Los Brujos no tienen problema porque vienen de otro planeta", la banda vuelve al ataque con Capitán Fetogia, la historia tópica del alienígena que visita a los incorregibles terrícolas con un mensaje de amor, cual mormón cósmico pero con más onda. (Los ET siguen viniendo desde hace décadas a pedirnos que terminemos con las guerras. Pero si recorren tantos años luz para venir a dejarnos un mensaje, deberían aprovechar y ofrecerle un combo de recomendaciones a esta especie idiota que somos. "Terminen con las guerras, basta de racismo, acaben con el maltrato a la mujer, no a comer carne, paguen sus impuestos, cómo puede ser que a esta altura de la evolución del Universo haya seres que preparan el fernet con Pepsi"). El tema es descaradamente ganchero (imposible no repetir "Captain Fetogia, Captain Fetogia" como un poseído) y la tapa del álbum es sensacional.
 
Moiré. Soda Stereo, 1995. Cerrando la coda experimental de Sueño Stereo que comienza con Crema de estrellas, Gustavo Cerati le canta a un estado de laxitud y pide "cerrá la escotilla, nena / aquí no hay gravedad" entre percusiones electrónicas, vientos sintetizados y arreglos de cuerdas. Como en Vuelta por el universo del disco compartido con Daniel Melero, como en la propia Crema de estrellas, como en las mencionadas Mundos-in-mundos o A (Marte), aquí no hay una historia que involucre navegaciones interestelares sino un juego poético con la sonoridad de las palabras.
 
Gronchótica. Babasónicos, 1996. Un tema "espacial", o algo así ¡y se quejan de la oscuridad de las letras del Indio! Frases absolutamente geniales como "poder supernova estelar", "emanaciones de otro espacio-tiempo" o "la ciencia chongo-astral" son coronadas con "megazorras en bikini los siguen donde van", que no tiene nada que ver con alienígenas ni con sondas enviadas a las lunas de Júpiter pero es uno de los mejores versos de la historia del rock de todo el Universo. De aquí a la galaxia EGS-zs8-1 en la Constelación del Boyero.
 
Galaxia. Illya Kuryaki & The Valderramas, 1997. "Sueño que toda tu región sexual tiene aeropuerto en mi galaxia / y busco la familia de cometas que se imanten a tu fragancia", cantan los Kuryaki sin reírse, lo que es toda una demostración de profesionalismo. Galaxia bien podría ser un tema que Luis Almirante Brown escribió tras mirar empepado un capítulo de la serie Cosmos de Carl Sagan y Neil deGrasse Tyson. Programa mi cohete hacia tu luna de Carca, del álbum UOIEA de 2009, sigue una idea similar, pero de forma aún más directa.
 
Laika se va. Massacre, 1998. Hay canciones que hablan de astronautas, de extraterrestres, de planetas, de estrellas, de cometas, hasta de trozos de satélite que matan rumiantes en una isla del Caribe, pero faltaba una canción que hablara del primer ser vivo que orbitó la Tierra, y que no fue un ser humano sino una perrita callejera de tres años, Laika. Walas canta "veo el sur, veo el mar. / Sólo pienso en regresar. / Veo Moscú y su plaza. / No alcanzo a ver mi hogar. / Sigo en órbita, sigo en órbita lunar" y cuesta no conmoverse al recordar que la pobre Laika no volvió de su viaje.
 
Convoy. Gustavo Cerati, 2009. Un folk psicodélico como Órbita de Carca, una alusión no tan abiertamente sexual como en Galaxia, y referencias al "espacio exterior", "mucho más allá del sol", galaxias, planetas, nubes de gas, nuevas lunas, Cruz del Sur, polvo cósmico y un convoy espacial. Cerati repetirá el truco en las dos pistas finales de Naturaleza muerta, He visto a Lucy y #. Y en las tres le salió de forma brillante.
 
Gagarin. Los Brujos, 2015. El primer ser humano que salió de la Tierra merecía una canción, y Los Brujos en su regreso cumplieron con el debido homenaje a Yuri Alekséyevich Gagarin, el piloto y antiguo obrero metalúrgico ruso, hijo de un carpintero rural. (La Unión Soviética se complacía en esta épica del hombre común, un aspecto simpático de un sistema que devino siniestro con rapidez descorazonadora).
Que el espacio exterior les interesaba a Los Brujos desde siempre lo prueba cierta página, de los tiempos heroicos de Internet, donde el batero Lee (Quique Ilid) expone algunas imágenes de una extraña enciclopedia que yo también leí de chico, y de la cual extraje para este sitio rarezas totales como este texto de Manuel Vázquez Montalbán acerca de una invasión extraterrestre o la opinión de un joven Gabriel García Márquez acerca de los extraterrestres.
 
La nave. Massacre, 2015. Es el tema central del álbum Biblia-OVNI, el que desarrolla el concepto. La letra es tan ominosa como las guitarras de Pablo Mondello y Fico Piskorz: habla de "lo que parece una carpa de circo, una tienda. / Genera curiosidad, podría no ser real" a la cual "los niños entran, los hombres no", y que "surgen antenas de lo que ahora parece una nave, / la tierra empieza a temblar". La referencia al comportamiento diferente de los niños y los adultos es ambigua: tanto puede remitir al "deja que los niños vengan a mí" de Jesús en Lucas 18:16 como a las acusaciones de pedofilia que arrecian contra la Iglesia Católica.