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* * * * * * * * * CINE BRAILLE * * *
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DEL UNIVERSO CINE BRAILLE * * * * * ** * * * |
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A TREINTA
Y CINCO AÑOS DE
LA MUERTE DE
PERÓN - PARTE II DE III
Juan
Domingo Perón es, aún para quienes abominan de él, la figura central de la
política argentina del siglo XX. Ningún otro líder político ha generado más amor
ni más odio; ninguno ha desatado pasiones más duraderas; ninguno está más
presente en el debate político de las décadas posteriores a su muerte; ninguno
ha generado opiniones tan contradictorias ni tan vehementes. La siguiente nota
pretende abordar la vida de Perón en treinta y tres viñetas, desde diferentes
ángulos y puntos de vista. (En coautoría con Patricio Flores). [Publicado originalmente en julio de 2009 en Televicio Webzine].
“El peronismo es un gran relato trágico porque creo
en que en algún punto todos tienen razón. En el sentido en que Hegel dice que
la tragedia no es lo bueno contra lo malo, lo justo contra lo injusto, sino lo
justo contra lo justo”. José Pablo Feinmann, La política argentina de hoy
está llena de odio. Página/12, domingo 15 de marzo de
2009.
(Viene de aquí)
12 EL PERONISMO VISTO DESDE
LA ESCUELA
DEL REVISIONISMO HISTÓRICO
"El europeísmo y el librecambismo de esas capas
de la clases medias no eran flores del aire. Todos los patrones
culturales de Europa eran absorbidos a bocanadas, como aire fresco renovador,
por incontables generaciones del mandarinato... la arquitectura de Gropius y Le
Corbusier, la literatura proletaria... de Lunatcharsky...
Anatole France y Romain Rolland, Huxley y Eliot,
Milosz o Sartre... Althusser y Gramsci. ¿Para que serviría a la fastuosa
colonia rioplatense esa tienda de "bric a brac" teórica, esa ropavejería de las culturas
clásicas o revolucionarias sino para trabar, por ausencia de elaboración
interior, el crecimiento de una visión singular de
la Argentina, nacida y
acariciada en el latido del subsuelo, formada con el aire, sabor y perfil del
cielo hispanocriollo, sustancia única que no puede
encontrarse fuera de aquí en el ancho universo? No había servido para
nada.
“Y
no había servido para nada porque cuando la historia con su vozarrón se ponía
en movimiento, todo ese equipaje europeo era demasiado pesado para comprender
como argentinos lo que estaba ocurriendo ante nuestros ojos. De un solo trazo, los acontecimientos desnudaban la imagen del pueblo real, del pueblo de aquí. Y los
intelectuales de izquierda manifestaban el mismo desagrado visceral que los
intelectuales de derecha ante aquello que presenciaban... La inteligencia
argentina (que se reclutaba entre algunos pocos hijos de la oligarquía y la
tropa de la ambiciosa clase media) desconocía todo lo importante y acogía con
pasión aquello que no merecía ni una mirada". Jorge Abelardo Ramos, "La era del peronismo 1943
- 1989".
13 PERÓN Y RONALD RICHTER
Conocida
es la valiente historia de los Corsarios Argentinos. La mayoría de aquellos
heroicos marinos había nacido bajo otros cielos, pero eran argentinos por
convicción y elección: Chayter, Taylor, Jewett y su “Invencible”, Brown, o un grande entre los más
grandes, Hipólito
Bouchard. Bien podría decirse que Juan Domingo Perón intentó agregarse a esa
galería de notables, promediando el siglo XX: pero esta vez, sus presas no
serían navíos o mercancías, sino científicos europeos caídos en la desgracia de
Caín (¡ay! tan propia de los vencidos) en directa competencia con muy similares
(e igualmente secretos) esfuerzos de norteamericanos y soviéticos.
Quien dice científicos también dice criminales de guerra como Mengele,
Eichmann, Priebke, Pavelic,
pero ya se sabe que para el encargado de facilitar los arribos, Rudi Freude (secretario de Perón con despacho en
la Casa Rosada) había un lugar para todos en el
futuro de grandeza de
la
Argentina peronista. (Por cierto, el papel de Perón en el
armado de esta oprobiosa red ha sido bastante difundido; el igualmente decisivo papel de la Iglesia
Católica no ha merecido igual suerte). [Derecha: Richter].
El
físico austríaco Ronald Richter vino de la mano de Kurt Tank,
un ingeniero aeronáutico alemán que llegara a
la Argentina ni bien
terminada
la Segunda
Guerra Mundial, con la maleta cargada de microfilmes y planos
de aeronaves que derivarían con el tiempo en el desarrollo integral de nuestro“Pulqui”, orgullo argentino y peronista. Richter, por
su parte, se propondría lograr una reacción termonuclear controlada, algo así
como… devolverle la vida a los muertos: “el Proyecto Huemul”
Perón
enviaría a Richter – previa instalación de un laboratorio perfectamente
pertrechado - a la quinta que el mismo Perón facilitara para Kurt Tank en Villa Carlos Paz, Córdoba, a mediados de 1948.
Luego de un incendio provocado por conspiradores contra la causa peronista
(Richter lo recuerda así en una entrevista) el científico debió mudar su lugar
de residencia e investigación, y buscando resguardo físico y material, y tras
considerar varios parajes, decidirá que las condiciones que ofrecía
la Isla Huemul la hacían,
sin dudas, “El Lugar”.
Como
todos sabemos, el anuncio de Perón, el 24 de marzo de 1951, de que Argentina
había logrado la primera reacción nuclear controlada, carecía de toda base seria.
Una sumaria investigación de los propios científicos argentinos demostró que
las ideas de Richter eran una patraña y que se había malgastado el dinero a
manos llenas. Éste, que había llegado a ser reconocido Doctor Honoris Causa de
la Universidad de Buenos
Aires y a ser condecorado con
la
Medalla de Oro a
la Lealtad Peronista,
pasó pronto al olvido, y moriría en una quinta de San Miguel en 1991.
14 PERÓN Y
LA IGLESIA I
"Algo muy triste ha sucedido con el periódico
católico ‘
La Revista’
de Tandil, supervisado por el cura párroco de dicha localidad. El episodio
comienza con el discurso pronunciado por la señora del Dictador ante residentes
japoneses y el cura - diputado Filippo, discurso en el que proclamó al señor
Perón como ‘hombre-dios’. Dijo entre otras cosas: ‘Perón es un dios para
nosotros, tanto que no concebimos el cielo sin Perón. El es nuestro sol, es el
agua, es el aire que respiramos; Perón es la vida de nuestro país y del pueblo
argentino. Perón hay uno solo. Los demás somos soldados que tratamos de
interpretarlo, pero estamos a distancias siderales del líder de la
nacionalidad, el general Perón’".
"’
La
Revista’, como órgano católico, sostuvo el 8 de junio de 1951
la exageración del elogio hecho por la señora Eva Perón. ‘Esas expresiones
-comenta el articulista- rayan en lo ridículo, lo absurdo y lo blasfemo’".
“Al
conocerse esa publicación fue citado a reunión extraordinaria el Consejo
Superior del Partido Peronista para el día 9, reunión en la que se emitiera un
comunicado repudiando a ‘
La
Revista’ y del cual reproducimos los siguientes
considerandos: ‘que no es propio de un órgano de Nuestra Santa Madre Iglesia
Católica Apostólica y Romana incursionar en el terreno del apóstrofe
beligerante sin peligro de caer en tentación; que el confundir con Dios a los
pocos apóstoles -como Perón- de la dignificación humana, es imagen de
amor de quienes han dejado de ser esclavos; que Dios hecho hombre predicó el
Evangelio sin lograr que la perfidia y los negociados gobernasen casi siempre
en los Estados; que al surgir en
la Argentina el Hombre que a la manera del Hijo de
Dios -después de dos mil años- predica la paz y el amor contenidas en la
doctrina cristiana, resulta natural que el pueblo se sienta inclinado a
postrarse ante la santa verdad hecha hombre, Perón, llamándolo Dios fervoroso
de admiración y de fe; que si la sublimidad de este momento feliz que vive la
patria toma formas de mujer, y si esta mujer se identifica con el milagroso
corazón del Hombre, cuanta alabanza se alce al cielo es poco, y cuanto más
sentida sea esa alabanza más divina será ésa palabra: sólo un Dios hecho Dios
puede merecer esta mística de piedad y amor: Perón”. (Fin del comunicado.
Seguimos con Piñeiro). “Y ya que hemos incursionado en la religión, denunciamos
que el Asesor Eclesiástico del Presidente de
la República, Fray José Rufino Prato, fue destituido por decreto del 14 de
enero de 1952 y permanece en un calabozo desde diciembre de 1951 por negarse a
colaborar con el Dictador en una campaña de deificación estatal". De "La dictadura peronista", de
Armando Alonso Piñeiro.
15 PERÓN Y
LA IGLESIA II
Iglesia y
Ejército fueron, desde los inicios, aliados naturales de Perón. De
"aquel" Perón, pujante y pragmático, que pusiera de un modo claro
sobre la mesa todas las causas de un nacionalismo por entonces claro en los
libros, pero oscuro en las miras inmediatas y en las políticas.
Sin embargo,
cuando Perón se alejó de Perón, preso de su colosal aparato burocrático -
producto natural de su poder absoluto y patriarcal - era lógico que encontrara
enemigos por todos lados, aún entre los suyos.
Y Pegó
Fuerte; derogando la enseñanza religiosa en las escuelas. Suprimiendo el cargo
de director de enseñanza religiosa en las mismas. Suprimiendo los feriados
religiosos (¡qué dolor!). Derogando la exención de impuestos a las entidades
religiosas. Reinstalando las queridas Casas de Tolerancia. Pero quizás el más
doloroso golpe haya sido el nombramiento como "Asesor Espiritual de
la Presidencia" de
don Pedro Badanelli, cura apóstata, enemigo declarado
de
la Iglesia
en nuestros lares.
Y de buenas
a primeras y como quien no quiere la cosa,
la Casa de Gobierno pasó a ser
la Casa de Dios: todo un
despliegue coreográfico de patriarcas, rabinos, obispos... Barbas y pectorales,
cruces y cónclaves apócrifos, como el reverendo Hicks,
que llenara la cancha de Atlanta de tullidos, paralíticos y todo tipo de
menesterosos, curándolos con el poder de su palabra mientras
pasaban carretillas recogiendo de éstos lo que pudieran depositar "a
voluntad". Nuestro país se había abierto de par en par a la religión, al
tiempo que recelaba de la iglesia que hasta entonces tenía la exclusividad.
Ahora…
la Iglesia fogoneaba también.
No se vaya a creer... A la influencia desbordante de "peronismo"
entre los estudiantes secundarios de ambos sexos,
la Iglesia contrarrestó
impulsando la figura de
la Federación
Internacional de Sindicatos Católicos. A los altisonantes
discursos de Perón en contra del clero,
la Iglesia le opuso varios de sus ministros, entre
ellos el Padre Bordagaray quien reflotara el eterno
dilema pero ahora en forma de "Cristo o Perón".
16 PERON Y SUS DIECISIETE AÑOS EN EL EXILIO
Tras producirse el triunfo
de la Revolución Libertadora, Perón partió a Paraguay el 19 de setiembre de
1955, a
bordo de un hidroavión enviado por el dictador Alfredo Stroessner. Residió unos
días en Asunción, pero por presión del gobierno argentino, que no lo quería
cerca de la frontera, Stroessner le recomendó mudarse a la localidad de
Villarrica. Cuando la dictadura argentina amenazó a
Paraguay con interrumpir el suministro de trigo y combustibles si Perón permanecía
allí, Stroessner le extendió un salvoconducto en noviembre de 1955.
En ruta a Nicaragua (donde
lo esperaba otro dictador amigo, Anastasio Somoza) Perón prefirió
quedarse en Panamá. Allí, tras coquetear un tiempo con una residente
norteamericana, conoció a María Estela Martínez, conocida como Isabel: no está
claro quién los presentó ni cómo se relacionaron, pero al poco tiempo, Isabel
pasó a trabajar de asistente del general. A fines de 1956 Perón e Isabel
viajaron a Caracas, donde los recibió… otro dictador, Marcos Pérez Jiménez.
Allí sufrió un atentado,
el 25 de mayo de 1957: un agente de los servicios secretos argentinos hizo
estallar una bomba en su automóvil; Perón se salvó por un golpe de suerte.
Cuando se desató la violenta rebelión popular que derrocó a Pérez Jiménez en
enero de 1958, Perón escapó hacia
la República Dominicana,
controlada con mano de hierro por… el dictador Rafael Leónidas Trujillo. En
1960, finalmente, decidió radicarse en Madrid: el régimen de Francisco Franco,
en deuda con Perón por su apoyo durante los años difíciles de posguerra, toleró
a regañadientes su presencia, a cambio de que Perón se abstuviera de llevar a
cabo actividades políticas y de que regularizara su relación con Isabel. Ambos
se casaron en Madrid el 5 de enero de 1961.
Durante un tiempo, Perón fue vecino
de la estrella norteamericana Ava Gardner. La actriz adoraba las empanadas
que Isabel preparaba e invitaba a compartir, pero terminó peleándose con la
pareja a causa de las ruidosas fiestas que
la Gardner organizaba hasta
altas horas de la noche. Luego Perón se mudó a la legendaria casa de Puerta de
Hierro, que compró con
la ayuda del controvertido millonario Jorge Antonio, desde ese momento, su
principal sostén económico. (Hasta ese entonces, al ex presidente nunca le
había sobrado un centavo). En diciembre de 1964, Perón intentó retornar a
Argentina, pero el canciller del presidente Illia, Zavala Ortiz (ideólogo del incalificable
bombardeo de junio de 1955) presionó a la dictadura militar brasileña y logró
que lo enviase de vuelta a España, una vez que su avión hiciera escala en Río
de Janeiro.
A fines de los años ’60,
Puerta de Hierro vio desfilar a incontables argentinos, que iban a entrevistar
a alguien cuya figura se agigantaba con el paso del tiempo. No sólo se trataba
de políticos o sindicalistas: periodistas, escritores, actores, meros curiosos,
se acercaban a hablar con Perón. A veces, el anciano general se hacía esperar
un poco, y los visitantes tenían ocasión de cambiar unas palabras con un nuevo
secretario privado, que había llegado de la mano de Isabel: un ex cabo de
la Policía Federal
aficionado al ocultismo, llamado José López Rega.
Hacia 1970, en los círculos
del poder en Buenos Aires ya comenzaba a pensarse que, con todo lo desagradable
que pudiera resultar, el regreso de Perón era preferible al caos que se había
desatado por mantenerlo lejos: el propio Pedro Eugenio Aramburu fue uno de los
primeros en pensarlo; el dictador Alejandro Lanusse,
uno de los últimos. Durante la presidencia de éste, Perón volvió al país, por
unas pocas semanas, el 17 de noviembre de 1972. El regreso definitivo del
exilio se produjo el 20 de junio de 1973.
17 PERÓN, EL PERONISMO Y LA REVOLUCIÓN LIBERTADORA
Tras
el golpe palaciego del 13 de noviembre de 1955, el general Pedro Eugenio Aramburu
se convirtió en el segundo Presidente Provisional de
la Revolución
Libertadora.
La Revolución, con esto, barajó y repartió de nuevo.
La nueva mano buscaba quitar el espíritu componedor y nacionalista que había
intentado imponer su primer presidente, el general Eduardo Lonardi.
Este “dar de nuevo” conllevaba la extirpación de cualquier doctrina o persona
que pudiera aludir al régimen depuesto... ardua tarea que se había esperado en
vano de Lonardi, y que debía realizarse no solo en
todos los estrados de gobierno sino además (muy puntualmente) en el propio
Ejército. En pleno proceso de higiene institucional, quedaron rápidamente
expuestas dos posiciones bien distintas: una, la del propio Aramburu,
partidario más o menos enfocado a una rápida salida institucional; la otra, la
del vicepresidente Isaac Rojas, orgulloso portador del sayo de ser el más
antiperonista entre los antiperonistas.
¿Y
los partidos opositores? El más importante de ellos,
la Unión Cívica Radical, se partiría
en dos en 1956 precisamente por el tema de la relación con el peronismo. El
ala conciliadora, liderada por Arturo Frondizi, terminaría conformando
la UCR Intransigente y pactando con Perón para llegar al poder en 1958; el ala más
beligerante,
la UCR
del Pueblo, liderada por Ricardo Balbín, afirmaba cosas como ésta: “el
radicalismo está con el gobierno (de Aramburu, por entonces) porque su ausencia
debilitaría al mismo, y en cambio favorecería
a las fuerzas del mal. No estamos con el gobierno para pedirle nada
material sino para apoyarlo en su misión al servicio de la democracia” (
La Nación, 11 de marzo
del ‘56).
La
salida electoral propugnada por Aramburu era farsesca:
implicaba la proscripción del partido mayoritario. Todos los que participaron
en ella se hicieron cómplices del escamoteo de la voluntad de las mayorías, y
algunos terminarían pagando un alto precio por ello. ¿Por qué razón Frondizi,
una vez presidente, gozaría de respaldo político alguno? ¿En nombre de qué
“democracia”? Prefiero dejar la última palabra a don Alejandro Korn (1860 – 1936) quien tuviera, entre otros honores, el de
haber sido presidente del Club Gimnasia y Esgrima
La Plata. La cita de Korn fue extraída del genial estudio de Daniel Rodríguez
Lamas,“La presidencia de Frondizi”, del Centro Editor de América Latina: “en
nuestra propia evolución, la democracia ha sido idea directora en la mente de
nuestros estadistas, frase en los labios de nuestros politiqueros, ha sido la
fe de nuestras clases ilustradas y la superstición de nuestras masas, una
realidad no fue jamás: La hemos cortejado durante un siglo sin decepcionarnos y
quizás celebremos las nupcias cuando se hayan marchitado sus encantos”.
18 (LA VOZ DE) PERÓN VUELVE
Alboreando
1958, ya era más que claro que los intentos salubres de Aramburu habían
fracasado. Perón volvería mucho antes de lo que hubiera soñado aún el más
cándido de entre los peronistas, pero no lo haría a modo de mesías triunfante, en modesta cabalgadura asnal, sino de un modo que sólo Perón podría
hacerlo, para regocijo de propios y extraños en todo el país: como Una Voz Que
Llega Desde Lejos.
Ya
a fines de 1957, y luego de cientos de malabares insólitos de un Aramburu ya
sin fe, las 62 Organizaciones habían dejado bien asentada su decidida posición
peronista, lo que provocó la desazón del gobierno, así como la de todos los
partidos que bregaban por democratizar las Bases y los Estatutos de los
Trabajadores argentinos, o si lo prefiere, por “desperonizar lo peronizado”.
La
nueva dirigencia sindical había logrado, luego de un par de años tan
extravagantes como intensos, consolidarse como voz oficial intermedia entre el
liderazgo de Perón y la masa trabajadora. Lamentablemente éste retoño no
prosperó, y esto no se le puede adjudicar a Aramburu o a los Partidos Políticos
de la democracia, sino al propio Perón. Las 62 Organizaciones habían logrado,
desde un liderazgo bisoño, poco adoctrinado y absolutamente aislado de
cualquier “influenza peronia”, una indestructible
presencia institucional ante el gobierno, y eso era mérito excluyente de esta
nueva camada. Pero la inminente vuelta a las urnas sería la ocasión en que
Perón se adueñaría de estos logros, transformándose -en su nuevo doble rol- en
el único representante legítimo de la masa obrera, así como en árbitro de las
elecciones nacionales - volcando su electorado hacia el doctor Frondizi,
vencedor de las elecciones de febrero de 1958-. Sigamos con esto último.
Nadie se opuso vehementemente a esto, a pesar que la cúpula de las 62
Organizaciones ya había manifestado su intención de voto en blanco, tal como se
había pronunciado en ocasión de la elección de convencionales constituyentes de
julio de 1957. (Para que quede en claro nuestra posición, nadie tenía más
legítimo derecho a reclamar esto que el propio Perón. Solo decimos que
lamentamos el hecho que Perón haya ejercitado ese derecho).
Redondeando,
leamos a Carlos Blaquier en mayo de 1957*: “
La Revolución ha llegado a
un punto muerto…que hace temer por la supervivencia y proyección de las ideas
que la inspiraron… Si en aquel entonces (noviembre de 1955) Aramburu tuvo razón,
hoy parece haberla perdido…el panorama con que se presentan las próximas
elecciones nos lleva a preguntarnos con angustia si no hubiere sido mejor el
‘ni vencedores ni vencidos’ que la derrota de los vencedores de manos de los
vencidos, como es muy probable que suceda” (*“Demos” de 1957, extraído del
excelente estudio “
La
Revolución Liberadora” de Daniel Rodríguez Lamas).
Perón,
la Voz de lo
alto, había vuelto.
19 PERÓN EN MADRID (1960-1973)
"Me levanto a las 6.30. Duermo con las ventanas abiertas para que me despierte el sol. Es una costumbre que tengo desde que era subteniente. Me aseo y afeito con máquina eléctrica. Desayuno: café con leche y dos tostadas. Salgo después a caminar con mi viejo amigo don José Cresto – nos hemos juntado dos viejos que necesitamos caminar – y durante dos horas damos vueltas por el parque arreglando una planta, corriendo a las hormigas. A las nueve estoy en el escritorio del primer piso. Contesto la correspondencia privada y leo todo el material periodístico que recibo de la Argentina. A las once, una hora invariable de esgrima. Isabelita es una buena, formidable alumna. Tiene fuertes piernas y saldrá de ella una esgrimista cabal. La he ido trabajando despacito. A las doce, otra vez al parque. No dejo un día sin visitar cada árbol. Lo converso un poco, ¿sabe? Un árbol es una cosa muy importante. Vigilo las hormigas. Doy una vuelta por las rosas. ¿Usted vio en algún lugar rosas más perfectas que las mías? Así, hasta las 13.30 horas, en que almuerzo. Normalmente sopa y un plato. Puede ser paella, bife de lomo, un poco de fruta y café "Monki", sin cafeína. Camino otro poquito, y siesta que dura hasta las 16. Después de esa hora casi todos los días me doy una vuelta por Madrid – cafés California, Manila – o por los alrededores. Toledo es la ciudad donde mejor siento a España. Vuelvo a las 19. Juego con los perritos, que me entretienen mucho. Canela ya tiene diez años, es el abuelo. Es un exiliado como yo y me ha seguido en todas. Tinola, la madre, tiene 6 y Puchi, la hija, 2. Son grandes amigos míos. Canela, por ejemplo, es auténticamente un perro. Algunos suelen educar a los perros como si fueran hombres. Hay que dejarlos que sean perros. No contagiarles cosas de hombres; les hace mal. A las 20.30 veo un poco de televisión. Mis programas favoritos son Los intocables, Hombres del Oeste, El Santo y Notidiario. A las 21.30, la cena. Una hora después, a la cama. Leo de tres a cuatro horas por noche. Una vieja costumbre. Quizás el momento más profundo de cada día mío sea ése". Juan Domingo Perón, entrevistado por Esteban Peicovich en 1965. “Yo, Juan Domingo Perón (Relato autobiográfico)” de Esteban Peicovich, Torcuato de Luna Tena y Luis Calvo. Citado en “Argentinos”, Tomo II. Jorge Lanata.
Perón
en Madrid, por Rep.
20 PERÓN Y EL CHE GUEVARA
En una oportunidad, visitó
a Perón en Madrid un sacerdote
jesuita de gruesos anteojos: era nada menos que el Che Guevara, disfrazado.
Según el historiador Enrique Pavón Pereyra, que entonces se encargaba de
manejar la agenda del ex presidente, éste aconsejó al Che no crear un foco
guerrillero en Bolivia. Según Pavón Pereyra, Perón le dijo a Guevara que “el
terreno elegido era demasiado alto – Perón mencionó la altura exacta sobre el
nivel del mar – y contó que lo conocía muy bien porque había visitado la región
cuando se hizo, sobre ella, una clase del Estado Mayor. Sostuvo que el
operativo era inviable por las características propias de la zona: casi
despoblada, sin sembradíos cercanos y con los pocos habitantes ajenos a toda
motivación. Dijo también que allí había sendas sólo conocidas por baqueanos y
que si éstos no colaboraban, las dificultades se multiplicarían. El final de la
entrevista fue cortante porque Perón le dijo que como médico, él debería saber
que su propia enfermedad – el asma – le impediría moverse en esas alturas”.
Al poco tiempo de conocerse
la ejecución del Che en Bolivia, el 9 de octubre de 1967, Perón emitió un
comunicado en el que lamentaba su muerte (puede
leérselo haciendo clic aquí). En él, además de recordarlo como “la figura
joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica”, afirmó
que “su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el
mejor”.
21 LAS MUJERES DE PERÓN
Poco
después de casarse por tercera vez con María Estela Martínez, Perón declaró “a
mí me gustan las mujeres y estoy contento de que me sigan gustando. No he
incurrido nunca en hipocresías al respecto, y jamás pude vivir sin una mujer.
Yo siempre necesité una mujer”. La historiadora Araceli Ballotta matiza esta declaración: Perón tenía una concepción militar del sexo, como una
cuestión higiénica, secundaria. Seguía soltero pasados los 30, hasta que uno de
sus superiores le recordó que “la familia castrense no ve con buenos ojos a
quienes prolongan su soltería sin motivo aparente”. Al tiempo conoció a Aurelia
Tizón (“Potota”), una joven maestra de 20 años, de clase media acomodada,
concertista de guitarra, y se casaron el 5 de enero de 1929. Aurelia enfermó de
cáncer y murió en 1939, y Perón quedó desolado: el padre Hernán Benítez, el
confesor de Eva Perón, dijo que “era un militar de guarnición. Un macho
solitario y sureño. Creía que ninguna mujer podía fijarse en él, y que su único
amor había quedado enterrado”.
Necesitado de cambiar
de aires, Perón pidió ser destinado a Europa. En la embajada argentina en Roma
conoció a Giuliana dei Fiori,
una joven italiana con la que convivió unos meses y paseó por Italia y España.
De regreso a Buenos Aires, Perón mantuvo una relación sentimental con otra
muchacha mucho más joven que él, María Cecilia Yarbel (apodada “Piraña”) que se terminó cuando Perón conoció a María Eva Duarte, en
un festival en el Luna Park a comienzos de 1944. Que un militar trabara
relación con una actriz era demasiado para la pacatería de “la familia castrense” y las clases medias y altas de
la Argentina, y fue siempre
una de las vías predilectas de ataque a Perón. Tras la renuncia del 8 de
octubre, Perón incluso fantaseó (en una carta famosa) con dejar todo, casarse e
irse a vivir juntos al campo: los sucesos del 17 de octubre cambiaron todo. La
pareja se casó el 10 de diciembre de 1945, en
La Plata, y su historia es muy
conocida: Eva fue la primera militante del peronismo, así como la que tenía un
concepto más radical del mismo, y se convirtió en el alma de la agrupación. [Derecha: Evita recibida en París por el canciller francés Georges Bidault, julio de 1947].
Tras la muerte de
Eva, el 26 de julio de 1952, Perón tuvo una aventura todavía más escandalosa:
convivió un tiempo en la residencia presidencial con una adolescente de 14
años, Nelly Rivas, aunque cabe aclarar que lo hizo con consentimiento de sus
padres y que, en Argentina, eso basta para que la relación no sea ilegal. La
muchacha quiso irse con Perón en el momento de su exilio, pero no se la dejó
salir del país y recibió un tratamiento cruelmente vengativo en los
reformatorios a los que la envió la autodenominada Revolución Libertadora.
Poco después, en Panamá,
Perón conoció
a una empleada norteamericana, de Chicago, de alrededor de treinta años,
morena, agraciada, y que apenas hablaba español, llamada Eleanor Freeman. La
relación se interrumpió rápidamente, por presión familiar, y al poco tiempo,
apareció Isabel en la vida de Perón.
María Estela Martínez
(“Isabel”) era bailarina, había integrado el elenco estable del Teatro
Cervantes y estaba de gira con una compañía. Hizo todo lo posible por acercarse
a Perón (tanto que despertó las sospechas de que se trataba de una espía) y le
pidió trabajo como secretaria, a cambio de la casa y la comida. Se ganó el
cariño del viejo líder, que en ese entonces no tenía un peso y vivía rodeado de
enemigos, por lo que cabe descartar que se hubiera acercado por interés. Se
casaron en Madrid en 1961, y fue la última mujer en la vida de Perón, quien la
recompensaría depositando en ella toda su confianza. En ella y en un criado que
Isabel contrataría promediando la década del ‘60: José López Rega.
Como resumen, vayan
estas palabras de Perón a su amigo Ramón Landajo en
su exilio panameño: “quien me desvirgó fue Potota, y Eva fue la que encendió el
fuego de la revolución. Ella hizo la hoguera que siempre me mantuvo encendido”.
Años después, ya en Madrid, el propio Landajo le
preguntaría qué papel había jugado Isabel en este universo femenino y recibió
como respuesta que “ella es el ladrillo caliente que me entibia los pies”. Fuentes: “Las mujeres
de Perón”, Araceli Bellotta. “Perón íntimo: el mito
de carne y hueso”, Ernesto G. Castrillón y Luis Casabal,
La Nación, 27 de junio de 2004.
22 ¿PERÓN TUVO HIJOS?
Es sorprendente la cantidad de zonas oscuras en la vida privada de Perón. Ya
registramos las dudas acerca de su lugar y fecha de nacimiento y el
ocultamiento de su condición de hijo concebido fuera del matrimonio: ahora nos
toca referirnos a la polémica acerca de la ausencia o existencia de
descendencia biológica. Varios personajes cercanos a Perón (el historiador
Enrique Pavón Pereyra, sus amigos Roberto Galán y Jorge Antonio) afirmaron que
oyeron de sus labios la historia de un accidente sufrido cuando era
cadete del Colegio Militar, en 1913: practicando gimnasia sobre barras
paralelas, Perón perdió el equilibrio y cayó, recibiendo un golpe muy fuerte en
los testículos. El accidente figura en su legajo, el que además indica que
estuvo cuatro días internado en observación; según Perón, el médico que lo
atendió le advirtió que una consecuencia probable del mismo era la esterilidad.
(En otros relatos, el accidente fue una caída de un caballo: parece otro
ejemplo del gusto de Perón por inventar o embellecer historias para congeniar
con sus eventuales interlocutores).
Dos pruebas negativas de ADN sepultaron el reclamo de filiación de Martha
Holgado en 2007. El resultado, además, obliga a poner entre paréntesis las
declaraciones de uno de los médicos de Perón en España, Hipólito Barreiro,
enfático defensor del reclamo de
la
Holgado, que afirmara que el aparato
genital del ex presidente funcionaba en forma completamente normal.
Barreiro sostiene además que Perón
tuvo otra hija cuando estuvo destinado en Europa entre 1939 y 1940, y que
su madre sería su pareja durante esos años, la citada Giovanna de Fiori. También se dice, sin aportar demasiados detalles,
que dos de las esposas de Perón perdieron embarazos: Evita
habría perdido uno en 1945, e Isabel, dos.
(Continúa aquí)
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